120 sacerdotes convirtieron un centro comercial en un gran confesionario en Bogota

El 18 y 19 de octubre el Centro Comercial de Gran Estación en Bogotá, Colombia, se convirtió en un confesionario abierto donde 120 sacerdotes de todo el país sorprendieron a los transeúntes y administraron el sacramento de la reconciliación en la segunda edición de la llamada “Confesatón”.

Según indicó la Conferencia Episcopal Colombiana (CEC) en su sitio web, este evento tuvo lugar en el marco de la Copa de la Fe y es un signo en el Jubileo de la Misericordia, que “obedece a lo que el Pontífice ha pedido de trabajar por una Iglesia en salida, como muestra de la presencia de Dios”. La CEC indicó que el primer día la Confesatón comenzó alrededor de las 5:00 p.m. Algunas personas miraban a los sacerdotes con extrañeza y curiosidad y otros hicieron fila en los lugares señalados para confesarse. ladys López fue una de las personas que se confesó y dijo que para ella esta fue una oportunidad para sacarse un peso de encima.

“Uno llega totalmente convencido de que Dios le está dando la posibilidad de tener la conciencia tranquila y poder sacar aquello que se ha convertido en una carga en nuestras vidas y es una oportunidad que todo el mundo debería aprovechar”, expresó. Luz Estella Rey, contó por su parte que hace mucho tiempo no vivía este sacramento y dijo que se sintió “muy agradada, sin el temor de que uno está haciendo algo como de susto”. También subrayó la figura del sacerdote con el que se confesó. “Me transmitió mucha paz y me hizo sentir en tranquilidad”. Por su parte, Miguel Marquina Acevedo se sorprendió de ver esta iniciativa porque estaba de visita en Bogotá. Él y sus hijos se confesaron. “Es un motivo no sólo para acercarnos a Dios, sino también para reconciliarnos porque muchas veces no nos da el tiempo para llegar a la Iglesia”, expresó. Aparte de las confesiones en el centro comercial, otro grupo de sacerdotes visitarán el 19 y 20 de octubre diferentes recintos penitenciarios de Bogotá para impartir este sacramento.

El Señor nos ha puesto al frente de su pueblo para que seamos signos e instrumentos del amor misericordioso con el cual Él perdona siempre nuestros pecados, nos da la gracia de la reconciliación y nos permite vivir una vida fraterna, solidaria. Una vida como verdaderos misioneros suyos”, indicó.