EVANGELIO DEL DÍA JUEVES 30 DE NOVIEMBRE DEL 2017

 

Mateo 4,18-22: “En aquel tiempo, mientras Jesús caminaba a orillas del mar de Galilea, vio a dos hermanos: uno era Simón, llamado Pedro, y el otro Andrés. Eran pescadores y estaban echando la red al mar. Jesús los llamó: «Síganme, y yo los haré pescadores de hombres.» Al instante dejaron las redes y lo siguieron. Más adelante vio a otros dos hermanos: Santiago, hijo de Zebedeo, con su hermano Juan; estaban con su padre en la barca arreglando las redes. Jesús los llamó, y en seguida ellos dejaron la barca y a su padre y lo siguieron”.

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

El santoral del día nos presenta entre otros santos la fiesta en honor a San Andrés, hermano de San Pedro, evangelizó el mundo griego. Murió martirizado en una cruz, en la población de Patrás.

Y la liturgia diaria nos presenta, la lectura del Evangelio de Jesús según San Mateo, capítulo 4, verso 18 al 22. El texto de Mateo, nos relata el llamamiento de Jesús a sus primeros discípulos, dos parejas de hermanos: Andrés y Pedro, Santiago y Juan. Cuatro pescadores que son invitados a seguir ejecutando su oficio, pero no a sacar pescados del mar, para su sustento y el sustento de sus paisanos, sino a ser “pescadores de hombres”. Es decir a sacar hombres del camino del mal, para tener un sustento más grande que es el de ser participe del banquete de la vida eterna.

Y así como el evangelista destaca lo grandioso de la invitación al seguimiento, ya que lo hace desde Galilea, una región bien descalificada por los lugareños de la época, que al decir de ellos no podía salir nada bueno. También destaca la actitud de estos primeros discípulos, que sin pensarlo mucho lo dejaron todo y lo siguieron.

Al confrontar este texto con nuestras vidas, y revisar cada uno de los momentos en que hemos sido llamados para asumir nuestra tarea impostergable de ser discípulos comprometidos con Jesús, nos damos cuenta lo débil de nuestras respuestas al sacar cuenta de las tantas excusas que exponemos, al decir que estamos muy ocupados y que no tenemos tiempo para eso, o que no somos los más idóneos, porque tenemos miedo escénico o no tenemos los recursos para dirigirnos, en fin tantas cosas.

Para cada una de esas excusas, el texto le responde de que es en nuestro propio circulo de vida cotidiana, y con nuestras propias limitaciones donde debemos asumir  nuestra tarea, en la seguridad de que no estaremos solos, ya que el Maestro estará a nuestro lado caminando hasta el fin de nuestra vida terrena y en el disfrute de la vida eterna.

Señor Jesús, ayúdanos a ser tus mensajeros anunciadores de tu reino, danos tu fuerza para hacerlo eficazmente, sin pretender aislarnos del mundo, sino asumiendo las realidades en que vivimos, para transformarlas con tu ayuda. Amen.