Desde el 08 de diciembre de 2015, hasta el 20 de noviembre de este año, se celebra el año jubilar de la misericordia convocado por el papa Francisco en todo el mundo. El año de la misericordia, se celebra con acciones caritativas a través de las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales. Estas acciones son conocidas como “obras de misericordia”, que nos ayudarán a fortalecer nuestra fe y alcanzar la grandeza de Dios.
El Sumo Pontífice, enfatizó que para este año jubilar de la Misericordia, la importancia de la práctica de estas, consiste en que “debemos despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia Divina”. Recordemos que las obras se clasifican en “corporales y espirituales” y ambas se complementan en 7 acciones bondadosas.
Estas obras humanitarias, tienen efecto en la práctica de la misericordia como comunicar la gracia de Dios a quien las ejerce, parecernos a Jesús nuestro modelo a seguir, se reduce la pena que queda en el alma por los pecados y se avanza en el camino hacia el cielo. Las obras de misericordia corporales son las siguientes: 1) visitar a los enfermos, 2) dar a comer al hambriento, 3) dar de beber al sediento, 4) vestir al desnudo, 5) dar posada al peregrino, 6) visitar a los presos y 7) enterrar a los difuntos.
Las obras de misericordia espirituales, están constituidas de la siguiente manera: 1) enseñar al que no sabe, 2) dar un buen consejo al que lo necesita, 3) corregir al que se equivoca, 4) perdonar al que nos ofende, 5) consolar al triste, 6) sufrir con paciencia los defectos del prójimo y finalmente 7) rezar a Dios por los vivos y por los difuntos.
Todos estamos llamados a practicar las obras de Misericordia, ello fortalece nuestra vida y la humaniza. En nuestro país todas las Arquidiócesis y Diócesis, han realizado gestos de misericordia a nivel personal, parroquial y diocesano. Durante una jornada especial de la Misericordia del episcopado venezolano, realizada el 10 de julio de 2016, los obispos venezolanos administraron el sacramento de la confesión, otros visitaron enfermos, llevándoles palabras de esperanza y colocándoles la Unción.
Al mismo tiempo, visitaron hogares alejados de la ciudad y entraron en sus hogares; otros compartieron almuerzos con ancianos, indigentes y niños de distintas casas hogares llevadas por diversas congregaciones religiosas. Después de estas acciones, se celebraron las eucaristías.
Prensa CEV