Obispo con olor a oveja como nos lo pide el Papa Francisco»
«Que Dios nos siga brindando su voz profética en nuestra Iglesia venezolana»oo
La arquidiócesis de Santa Ana de Coro (primera diócesis de América del Sur 21 de junio de 1531) está de fiesta ya que celebra junto con su Padre y Pastor sus bodas de oro sacerdotales. Nuestro arzobispo Monseñor Roberto Lückert León -durante sus 50 años como sacerdote y más de 31 como obispo- ha sido la voz de los que no tienen voz.
Los frutos de su ministerio pastoral han sido corroborados en cada uno de los lugares donde ha ejercido el ministerio tanto presbiteral como episcopal.
Ordenado sacerdote el 14 de agosto de 1966 de manos de Monseñor Roa Pérez, arzobispo de Maracaibo, comienza su camino sacerdotal al ser nombrado vicario cooperador de la parroquia Santa Bárbara de Maracaibo. Posteriormente ejerce como vicario ecónomo de la misma y miembro del equipo de sacerdotes encargados del Centro Vocacional de la arquidiócesis de Maracaibo. También fue párroco de Nuestra Señora de Lourdes en 1970.
En el año 1972 fundó la parroquia San Juan Bautista y fue nombrado rector párroco de Nuestra Señora de Chiquinquirá y San Juan de Dios hasta 1977, año en el que el Excmo. Sr. Domingo Roa Pérez, arzobispo de Maracaibo, lo elige como su vicario general y director del diario La Columna en 1979. En 1980 fungió nuevamente como párroco de la Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá.
Desde el 27 de abril de 1985 fue obispo de Cabimas y recibió la ordenación episcopal el 29 de junio de ese mismo año. Luego fue presidente de la Comisión de los Medios de Comunicación de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) y del Departamento para las Comunicaciones Sociales (Decos-Celam), con sede en Bogotá, Colombia. El 21 de julio de 1993 fue designado obispo de la diócesis de Coro y tomó posesión de la misma el 2 de octubre de ese mismo año, día de los Santos Ángeles.
En 1996 fue designado presidente del Departamento de Liturgia de la CEV y de la Comisión de Música y Arte Sagrado y Bienes Patrimoniales de la misma. Es el primer arzobispo de Coro, nombramiento emitido por el entonces Papa Juan Pablo II -hoy santo- el 23 de noviembre de 1998. Un año más tarde recibió del entonces pontífice el palio arzobispal en Ciudad del Vaticano, Italia.
Como arzobispo de Coro su primera preocupación fue la gran necesidad de clero parapastorear la gran y extensa Arquidiócesis de Coro, con más de 24 800 km². A este fin repotenció el Seminario «San Ignacio de Antioquia». El mismo trabajó como el primer animador vocacional y ha podido recoger abundantes frutos. De sus manos hemos sido ordenados más 100 nuevos sacerdotes.
Junto con este dedicado empeño Monseñor Lückert ha mostrado que el cristiano es plenamente humano y todo lo verdaderamente humano es plenamente cristiano. Esto lo ha ejercitado en una ardua defensa de los Derechos Humanos, especialmente en esta grave etapa histórica aciaga que ocurre en Venezuela.
Su preocupación ha sido por los presos políticos, así como por defender a los que el régimen persigue solo por el hecho de pensar distintos. Ante el miedo y persecución sembrados por el régimen, la voz del pastor ha sido la voz de quienes no tienen voz.
Una faceta muy importante de Monseñor Lückert es que es un obispo-párroco. Ha visitado pueblo por pueblo y ha realizado por más de cinco veces la visita pastoral en la totalidad de la arquidiócesis encomendada.
Quienes hemos tenido la bendición de acompañarles como secretarios de esas visitas hemos visto su permanente vocación de servicio. Visitando a los enfermos de cada pueblo, sentándose a administrar el sacramento de la Reconciliación, confirmando, celebrando el sacramento del matrimonio y preocuparse por la salud espiritual y corporal de sus sacerdotes. Obispo con olor a oveja como nos lo pide el Papa Francisco.
Que Dios nos siga brindando su voz profética en nuestra Iglesia venezolana y su ejemplo nos anime a seguir adelante en la construcción del reino de Dios.