La Comisión Episcopal de Familia e Infancia de la Conferencia Episcopal Venezolana ve con mucha preocupación la sentencia emitida por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia del día 6-6-2015, Nro.693/2015.
Queremos aprovechar este hecho lamentable para señalar lo siguiente:
- Esta sentencia cambia la legislación civil vigente, creando un trámite simplificado de divorcio por mutuo consentimiento sin ninguna otra condición. Esto abre las puertas a un régimen de divorcio sin causales, debilitando así la estructura familiar. La Sala Constitucional exhorta a cambiar el Código Civil para ajustarlo a la sentencia. Por otro lado los fundamentos teóricos de la sentencia anuncian una jurisprudencia que puede desmontar a mediano plazo la protección jurídica de la familia y del matrimonio como hoy los entendemos y como postulan nuestras ancestrales convicciones. Esto desnaturaliza el Matrimonio y desestabiliza la Familia y resta importancia al matrimonio como base natural de la Familia.
- La Iglesia como Madre y Maestra apoya y promueve todas las iniciativas que dignifiquen a la persona humana y le permita su desarrollo de modo justo, incluyente y con especial predilección por los más necesitados: niños, enfermos, ancianos y débiles.
- El Catecismo de la Iglesia Católica recoge la enseñanza de la Iglesia sobre la familia: “En el matrimonio, Dios los une de manera que, formando ‘una sola carne’(Gn 2,24), puedan transmitir la vida humana (…) Al transmitir a sus descendientes la vida humana, el hombre y la mujer como esposos y padres, cooperan de una manera única en la obra del creador (GS 50,1)” (N. 372)
- Con la enseñanza de los Papas y el magisterio de la Iglesia proclamamos la primacía y la inviolabilidad de la familia y de toda vida humana desde el instante de su concepción hasta su término natural. Siendo así que el lugar más apropiado para su natural desenvolvimiento es ordinariamente la familia. En ella se nace, se vive, se aprende y se termina la vida. Esto significa: que nadie puede disponer directa o indirectamente de la vida propia o de los demás. Este valor fundamental y primario es consagrado en nuestra Constitución, al decir que la vida humana es inviolable que el estado tiene la obligación de protegerla. (Cfr. Art. 43, 76). Por lo tanto salvaguardar y proteger la familia, es salvaguardar la vida.
- La Iglesia anuncia, promueve, protege y defiende el Matrimonio constituido por un varón y una mujer y la familia formada, como lo señala la experiencia, el sentido común y las tradiciones milenarias en las culturas. El matrimonio es así la base natural de la familia. Nuestra Constitución en los Art 75 y 77 recoge este espíritu. Es patrimonio de todos y del cristianismo considerar a la familia como sagrada. Ella es lugar de respeto, armonía y paz; es promotora de ciudadanía, escuela de lealtad y compromiso, sólo allí se respeta plenamente la dignidad de los niños y jóvenes.
- El Matrimonio y la Familia deben ser respetados en su propia naturaleza. En la actualidad ambos están amenazados por grupos de presión sobre legisladores, empresarios, comunicadores, etc. Ante esta realidad afirmamos que la familia como don de Dios a la humanidad, es el mejor bien que puede tener cada persona y por tanto camino para el bien común de la sociedad.
- La Iglesia promueve y ama a la Familia; la apoya y la bendice al ver en ella el cumplimiento del plan amoroso de Dios y, por tanto, la forma más humana de realización personal de todos sus integrantes.
- La Iglesia desea y trabaja para que todos vivamos en Familia, abogando especialmente por el derecho de los niños a vivir en el seno de una Familia en su calor afectivo. Bendice todas las iniciativas que en nombre de Jesucristo proporcionan una familia a los niños que carecen de ella.
- Somos conscientes que en nuestra sociedad se ha ido desnaturalizando la Familia, pero con el Papa Francisco roclamamos: “¡Qué importante es que se revalorice el Matrimonio y la Familia! (Guayaquil, 7-VII,2015). El Dios Misericordioso que nunca abandona a los esposos cuando están en dificultades, cuide de ellos con ternura y amor paternal. Los creyentes debemos avivar el compromiso de proteger y sostener esta alianza de vida y amor que Dios ha querido para el hombre y la mujer en el matrimonio y, como consecuencia, la familia.
- Nosotros los Obispos de la Comisión de Familia e Infancia de la Conferencia Episcopal Venezolana alentamos a los creyentes y a los hombres y mujeres de buena voluntad, a trabajar y a comprometerse en difundir, explicar y mostrar la belleza de la familia y el matrimonio según el Plan de Dios. Hay muchos medios además del testimonio. Hay que pedirle a Dios que seamos diligentes en esta tarea para que la creatividad invente maneras de proclamar el plan amoroso de Dios sobre el matrimonio y la familia y para que responsablemente las llevemos a la práctica en nuestras vidas. Esta es una tarea muy noble en la que debemos comprometer todo nuestro esfuerzo con la ayuda de Dios.
¡En la Familia y el Matrimonio nos jugamos el futuro del hombre, de los niños y de los jóvenes y la solidez de la Patria y de la Iglesia!
Los Obispos de la Comisión de Familia e Infancia de la Conferencia Episcopal Venezolana
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