EVANGELIO DEL DÍA JUEVES 15 DE SEPTIEMBRE DEL 2016  

              

    Juan 19, 25-27: “En aquel tiempo, cerca de la cruz de Jesús estaba su madre, con María, la hermana de su madre, esposa de Cleofás, y María de Magdala. Jesús, al ver a la Madre y junto a ella al discípulo que más quería, dijo a la Madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Después dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa”.

 

  Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

 

En la liturgia de hoy, tenemos la memoria de la Virgen de los Dolores, que está asociada con la celebración litúrgica de ayer, la Exaltación de la Santa Cruz, que evoca los sentimientos de María frente al sufrimiento de sus Hijo Jesús.

El Evangelio de hoy Juan, capítulo 19, versículos 25-27, que nos dice que, en el momento de la crucifixión, «junto a la cruz de Jesús estaban de pie su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás, y María Magdalena. Entonces, Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien él amaba, dijo a su madre: «Mujer, he ahí tu hijo». Luego dijo al discípulo: «¡Ahí tienes a tu madre!». Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa».

La presencia de las mujeres en el momento de la crucifixión es registrada por los tres evangelistas sinópticos. Sin embargo, ellas permanecen distantes. Juan, en su Evangelio, presenta junto a la cruz, María Magdalena y María la madre de Jesús, añadiendo al discípulo a quien Jesús amaba. La madre de Jesús está presente en el momento final del ministerio de su hijo, así como había estado al inicio, en las bodas de Caná, cuando Jesús dice que aún no ha llegado su hora. En estos dos episodios Jesús se dirigió a su madre con el término «Mujer». Con esta expresión, que se repite, Jesús también se dirige también a la mujer samaritana en el pozo, y será la expresión con la que el Resucitado se dirigirá a María Magdalena, al lado de la tumba vacía.

En las bodas de Caná, Jesús dijo que no había llegado hora. Es la hora de su glorificación, en la consumación de su ministerio en la cruz. Y es a partir de este momento que el discípulo amado de Jesús acoge a su madre. Este «discípulo a quien Jesús amaba» aparece varias veces en el Evangelio sin ser nombrado. Se interpreta como la figura de la comunidad de los discípulos en su conjunto.

Llega la hora en que las comunidades darán continuidad al ministerio de Jesús, asumiendo la misión. La tradición siempre ha visto en esta narrativa final la vinculación de la madre de Jesús, María, con la Iglesia, que la asume como madre.

En María encontramos también la dimensión femenina y maternal, amor y cariñosa de Dios. Pidamos a Dios para que la presencia de Jesús y María en nuestra vida nos anime y consuele en los momentos de alegría y de dolor. Y, junto con María, vivamos en comunión con Jesús, en todos los momentos de nuestra vida. Amen