Mateo 5, 27-32: “En aquel tiempo Jesús les dijo: Ustedes han oído que se dijo: «No cometerás adulterio.» Pero yo les digo: Quien mira a una mujer con malos deseos, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Por eso, si tu ojo derecho te está haciendo caer, sácatelo y tíralo lejos; porque más te conviene perder una parte de tu cuerpo y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. Y si tu mano derecha te lleva al pecado, córtala y aléjala de ti; porque es mejor que pierdas una parte de tu cuerpo y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. También se dijo: «El que se divorcie de su mujer, debe darle un certificado de divorcio.» Pero yo les digo: Si un hombre se divorcia de su mujer, a no ser por motivo de infidelidad, es como mandarla a cometer adulterio: el hombre que se case con la mujer divorciada, cometerá adulterio.
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
“Cuando oren, no usen muchas palabras, como hacen los paganos. Ellos piensan que serán oídos por sus muchas palabras. No sean como ellos, porque su Padre ya sabe lo que necesitan, antes de que se lo pidan. Ustedes oren así: ‘Padre Nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre…”.
Así en San Mateo, capítulo 6, versículos del 7 al 15, Jesús nos enseña como rezar y como se debe dirigir al Padre, con una actitud humilde, confiada, y por encima de todo, filial. “Cuando recen no hagan como los hipócritas que les gusta rezar de pié en las sinagogas y en las esquinas, para que los vea la gente…”.
Jesús nos da el ejemplo. Los evangelistas nos cuentan que él muchas veces se recogía en oración, especialmente en momentos importantes de su ministerio, y pasaba horas, y hasta de noche en oración. Hay entonces una primera lección: Orar, rezar es colocarse delante de Dios, es conversar con el Padre a solas.
No se está en condiciones de exigir nada a Dios. Todo lo que El concede es absoluto don y gratuidad de la misericordia divina. Así Jesús reza en el huerto de los Olivos: “Padre, si es posible, aparta de mi este cáliz. Pero no se haga mi voluntad sino tu voluntad!” Lección número dos: Nuestra oración debe ser humilde.
Dividimos la oración del Padrenuestro en dos momentos. El primero dirigido todo al Padre: “Santificado sea tu nombre… Venga a nosotros tu Reino… Se haga tu voluntad, aquí en la tierra como en el cielo…” Lección número tres: Nuestra oración es alabanza, es agradecimiento, y sobre todo, disposición de obediencia a la voluntad de Dios!
En el segundo momento el Padrenuestro trae nuestros pedidos y el reconocimiento de nuestra debilidad: “El pan nuestro de cada día… Perdona nuestras ofensas… No nos dejes caer en tentación… Líbranos del mal.” Lección número cuatro: Nuestra oración debe ser de conversión y de compromiso con Dios y con los hermanos.
El Catecismo de la Iglesia Católica presenta una bella explicación del “Padrenuestro” que es llamada de Oración del Señor y también de Oración Dominical. Y nos recuerda que el proprio Jesús, después de enseñarnos a rezar, concluye: “Pidan y se les dará” (cf. CIC n. 2759 a 2865).
La oración del Padrenuestro es el camino que nos conduce a Dios y a los hermanos. Esa oración nos demuestra que nuestro Dios es un Padre paciente y misericordioso. A él podemos recurrir con confianza con la certeza de que él oirá nuestros pedidos y nos dará solamente lo que es bueno para nosotros. Fue así que nos enseñó su Hijo y nuestro hermano, Jesucristo. Acudamos confiadamente al Padre para que cada día se nos siga revelando a través de su Hijo y que sea fuente perenne de nuestra alimentación. Amen.