EVANGELIO DEL DÍA JUEVES 17 DE MARZO DEL 2016

            JUAN 8, 51-59:” En aquel tiempo Jesús dijo a los judíos: En verdad les digo: El que guarda mi palabra no probará la muerte jamás.» Los judíos replicaron: «Ahora sabemos que eres víctima de un mal espíritu. Abrahán murió y también los profetas, ¿y tú dices: «Quien guarda mi palabra jamás probará la muerte»? ¿Eres tú más grande que nuestro padre Abrahán, que murió, lo mismo que murieron los Profetas? ¿Quién te crees?» Jesús les contestó: «Si yo me doy gloria a mí mismo, mi gloria no vale nada; es el Padre quien me da gloria, el mismo que ustedes llaman «nuestro Dios». Ustedes no lo conocen, yo sí lo conozco, y si dijera que no lo conozco, sería un mentiroso como ustedes. Pero yo lo conozco y guardo su palabra. En cuanto a Abrahán, padre de ustedes, se alegró pensando ver mi día. Lo vio y se regocijó. ».  Entonces los judíos le dijeron: « ¿Aún no tienes cincuenta años y has visto a Abrahán?» Contestó Jesús: «En verdad les digo que antes que Abrahán existiera, Yo soy.» Entonces tomaron piedras para lanzárselas, pero Jesús se ocultó y salió del Templo”.        

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

  Nuestra Iglesia universal celebra hoy la fiesta de San Patricio Obispo. Y en la lectura del evangelio de hoy, Juan, capítulo 8, versículos del 51 al 59, tenemos la conclusión de la discusión de Jesús con los fariseos en Jerusalén. El tema del relato es el testimonio de que Jesús se da a sí mismo, como hijo de Dios, apelando a la fe de los que lo escuchan y acogen.

Aun con la amenaza de muerte de parte de los jefes de Israel, Jesús afirma: “En verdad os digo: si alguien guarda mi palabra, jamás verá la muerte”. Entonces le dicen los judíos: “Ahora sabemos que tienes un demonio. Abraham murió… y tú dices: ‘Si alguien guarda mi palabra, jamás morirá. ¿Acaso eres mayor que nuestro padre Abraham, que murió?… ¿Quién pretendes ser?”.

Jesús, responde: “Quien me glorifica es mi Padre, de quien ustedes dicen: ‘Es nuestro Dios’; y no lo conocen, en cambio yo si lo conozco; y si dijese ‘No lo conozco’, sería un mentiroso, como ustedes. Pero yo lo conozco y guardo su palabra… En verdad os digo, antes que Abraham existiese, YO SOY”. Entonces agarraron piedras para apedrearlo, pero Él se ocultó y se fue del Templo.

El evangelio de Juan, en este relato, resalta la confrontación entre Jesús, que revela el Dios del amor y de la vida, y los jefes de Israel, que invocan un dios de poder y opresor, que les garantice el prestigio y los privilegios. Los judíos reivindicaban la descendencia de Abraham como garantía de su justificación delante de Dios. Jesús se afirma como aquel que conoce al Dios Padre y es glorificado por Él. Así es Jesús, y no Abraham, quien indica el camino de la vida.

“Yo soy”, quien lo dice es Jesús, el Hijo de Dios, encarnado, hecho hombre. No es un dios oculto e invisible, como el Dios de Abraham, sino el Jesús histórico y concreto en su realidad corpórea. Este hombre divino tiene la plenitud del ser, de la existencia, inserto en la eternidad, que es comunicada a los discípulos que guardan su palabra.

Viviremos en comunión eterna con Jesús y con el Padre, si cumplimos su palabra, en la entrega y en el compartir, en la acogida al hermano, en la práctica de la misericordia y de la justicia que libera y promueve la vida.

Jesús, el comunicador del Amor y de la Vida, está con nosotros, día a día y en lo profundo de nuestro corazón. Con fe, sigamos el camino de Jesús en la práctica del amor que permanece para siempre. Amen.