EVANGELIO DEL DÍA JUEVES 21 DE ABRIL DEL 2016

 

JUAN 13, 16-20: “En aquel tiempo,después de lavarles los pies a los discípulos, Jesús les dijo: El servidor no es más que su patrón y el enviado no es más que el que lo envía. Pues bien, ustedes ya saben estas cosas: felices si las ponen en práctica. No me refiero a todos ustedes, pues conozco a los que he escogido, y tiene que cumplirse lo que dice la Escritura: El que compartía mi pan se ha levantado contra mí. Se lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean que Yo Soy. En verdad les digo: El que reciba al que yo envíe, a mí me recibe, y el que me reciba a mí, recibe al que me ha enviado”.         

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

 

El evangelio de hoy está situado en el contexto de la Última Cena… Después de haber lavado los pies de sus discípulos, Jesús les aconseja hacer lo mismo, siguiendo su ejemplo de Maestro y Señor. En este gesto simple de servicio humilde al hermano, Jesús propone la señal característica del cristiano.

“Si comprenden y practican esto, seréis felices”. Este enunciado se encuentra en el contexto de dos dichos de corte sinóptico: Dice el primero: “No es el siervo mayor que su señor, ni el enviado mayor que aquel que lo envía”.

El segundo concluye el evangelio diciendo: “En verdad, en Verdad os digo: Quien recibe aquel que yo envió, me recibe a mí; y quien me recibe a mí, recibe aquel que me envió”. Encontramos el evangelio en Juan, capítulo 13, versículos de 16 al 20.

El texto comienza con una lección de humildad: nadie debe pretender ser más que los demás. Ni el siervo mayor que su señor, ni el enviado-apóstol mayor de quien lo envió, porque, delante de Dios, somos todos pequeños, somos todos iguales…

Delante de Jesús somos todos discípulos. Solo Él es el Maestro. Y solamente aquel que entiende eso puede asumir servicios en la comunidad-Iglesia. La comunidad cristiana se organiza de forma jerárquica, pero debería organizarse por el servicio generoso, libre y desinteresado en favor de los hermanos y del Reino de Dios.

Observando el modelo de la comunidad “Juanica”, aprendemos una gran lección: en la Iglesia Jesucristo es el centro, y todos nosotros estamos unidos a Él y entre nosotros por los lazos del amor. Ninguna función nos hace más importantes,  ni nos pone por encima de los otros.

Hablando del apostolado laico dice el Catecismo: “Los laicos puede sentirse llamados a colaborar con su pastores en el servicio de la comunidad eclesial para el crecimiento y la vida de la misma, ejerciendo diversos ministerios…” (CIC n. 910).

Nosotros debemos recordar siempre: No, nos anunciamos a nosotros mismos, sino que anunciamos a Jesús y la Buena Noticia de la Misericordia del Padre. Así que pidamos humildemente para que la gracia y el amor de Dios estén con nosotros. Que podamos vivir hoy iluminados por la luz del Espíritu Santo y seamos solícitos y atentos a las necesidades de cada uno de los hermanos que Dios pone en nuestro camino. Amen.