Lucas 1, 39-45: “Por entonces María tomó su decisión y se fue, sin más demora, a una ciudad ubicada en los cerros de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Al oír Isabel su saludo, el niño dio saltos en su vientre. Isabel se llenó del Espíritu Santo y exclamó en alta voz: «¡Bendita tú eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Cómo he merecido yo que venga a mí la madre de mi Señor? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de alegría en mis entrañas. ¡Dichosa tú por haber creído que se cumplirían las promesas del Señor!» María dijo entonces: Proclama mi alma la grandeza del Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador, porque se fijó en su humilde esclava, y desde ahora todas las generaciones me dirán feliz. El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí: ¡Santo es su Nombre! Muestra su misericordia siglo tras siglo a todos aquellos que viven en su presencia. Dio un golpe con todo su poder: deshizo a los soberbios y sus planes. Derribó a los poderosos de sus tronos y exaltó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos, y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su siervo, se acordó de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a sus descendientes para siempre. María se quedó unos tres meses con Isabel, y después volvió a su casa”.
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
El santoral del día nos presenta entre otros santos la fiesta en honor a San Pedro Canisio. Teólogo Jesuita, conocido como el segundo apóstol de Alemania. Doctor de la Iglesia. Su nombre original es Pedro Kanjs, nació en Holanda en 1521, en territorio que pertenecía a la hoy Diócesis de Colonia. A los 19 años, recibió el título de doctor en artes.
Y la liturgia del día nos presenta el Evangelio de Jesucristo, según San Lucas capítulo 1, versos del 39 al 45, en el que se relata el encuentro de María la madre de Jesús, el Redentor del mundo y de Isabel la madre de Juan, el precursor, de Jesús. Para redactar este relato el autor se ha inspirado en el traslado del Arca de la Alianza a Jerusalén (2Sm 6). El Arca de la Alianza era el cofre de madera preciosa, enchapado en oro, que guardaba la Tablas de la Antigua Alianza (Ex 25,10-20).María es presentada como la nueva arca que lleva en su vientre a Jesús, la Nueva Alianza de Dios con la humanidad. De la misma manera que David y los Israelitas saltaban de gozo ante el arca de Dios (2Sm 6,5), Juan Bautista el precursor, salta de alegría en el seno de su madre, cuando María ingresa a la casa de Isabel.
Tres meses permanecía el arca en una casa y era causa de bendición para todos sus habitantes (2Sm 6,11), también María permaneció tres meses en casa de Isabel (Lc 6,56), y fue causa de bendición para esa familia. Cuando María saluda, se produce alegría e Isabel queda llena del Espíritu Santo (Cfr. 2Sm 6,12-15). Lo que le permite a Isabel, expresar su agradecimiento a Dios en favor de María: ¡Dichosa tú por haber creído que se cumplirían las promesas del Señor!», y María a su vez llena del ardor del Espíritu Santo, se empequeñece, pero a su vez se proclama bienaventurada o dichosa, porque gracias a su fe se verán cumplidas todas las Promesas de Dios descritas en los textos del Antiguo Testamento, en favor de su pueblo Israel.
El cántico de María expresa y expresará siempre los sentimientos más profundos del alma que ora. Hay un tiempo para la verdad, para descubrir ante Dios nuestras responsabilidades. Hay un tiempo para implorar a Dios y servirle. Pero al final comprendemos que todo es gracia de ese Dios que busca lo que es pobre y débil para colmarlo y exaltarlo. No nos queda entonces más que darle gracias: hemos sido salvados en medio del mundo entero.
Por eso hoy queremos pedirte Tu gracias Señor, para sanar nuestro espíritu, e infundir en él la disposición de creer, para hacer que sintonicemos con la verdad y que el gesto de amor verdadero, al estilo del sí de María, nazca de nosotros en forma espontánea y podamos ser las semillas de Tu Amor que germinen, en esta tierra tan maltratada que se llama Venezuela. Amen.