EVANGELIO DEL DÍA JUEVES 23 DE NOVIEMBRE DEL 2017

Lucas 19, 41-44: “En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén, viendo la ciudad, lloró por ella, y dijo: «¡Si al menos en este día tú conocieras los caminos de la paz! Pero son cosas que tus ojos no pueden ver todavía. Vendrán días sobre ti en que tus enemigos te cercarán de trincheras, te atacarán y te oprimirán por todos los lados. Te estrellarán contra el suelo a ti y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has reconocido el tiempo ni la visita de tu Dios.»

 

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

El santoral del día nos presenta entre otros santos la fiesta en honor a San Clemente I, Papa y mártir, fue el tercer sucesor de San Pedro, después de Lino y Cleto, gobernó a la Iglesia desde el año 93 hasta el 101. El año 96 escribió una carta a Los Corintios, que es el documento Papal más antiguo que se conoce, después de las cartas de San Pedro.

Y la liturgia diaria nos presenta, la lectura del Evangelio de Jesús según San Lucas, capítulo 19, verso 41 al 44. Es un texto bien corto, pero muy cargado de sentimientos, donde el evangelista en un lenguaje escatológico no solo es que anuncia la destrucción de Jerusalén, sino que describe el lado humano de Jesús que llora y exclama su frustración por el comportamiento de sus ciudadanos.

Frente al entusiasmo festivo de su grupo, es sobrecogedor el llanto del Maestro, y es que Jesús ha entrado a la ciudad Santa, sin que esta se haya dado cuenta,  y es esto lo que provoca su llanto, ya que prevé el fracaso de su esfuerzo por evitar las ruinas de la ciudad y del pueblo, y porque tiene claro que la catástrofe no se deberá a una fatalidad, sino al rechazo de la oportunidad ofrecida.

Al confrontar este texto con nuestras vidas, nos resuena la invitación constante a la conversión, aunque sea en forma de reproche: “Si al menos comprendieras lo que conduce a la paz”. Y nos confronta, porque siendo la palabra “paz”, una expresión bien trillada, que es utilizada por muchos como un slogan o estrategia electoral para mantenerse en el poder, a costa de pisotear los más elementales principios éticos y derechos ciudadanos. Con mucho dolor debemos aceptar que estamos así porque no hemos sabido, o no hemos queridos aceptar la paz de Dios, manifestada el proyecto de Vida expuesta en la persona de Jesús, que nos permita tener la fortaleza necesaria para combatir a los falsos mensajeros de la paz.

 Ayúdanos Señor a conmovernos y movernos según Tus designios. Y llora por nosotros y por las miserias, las indiferencias y las cegueras que azotan a nuestra querida Venezuela. Y que así como Jerusalén fue tratada con mucha benevolencia, para poder ser reconstruida, también Venezuela y los venezolanos tengamos la oportunidad de conocer el camino que conduce hacia la paz y la felicidad colectiva. Amen.