EVANGELIO DEL DÍA JUEVES 25 DE AGOSTO DEL 2016  

       Mateo 24, 42-51: “En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “estén despiertos, porque no saben en qué día vendrá su Señor. Fíjense en esto: si un dueño de casa supiera a qué hora de la noche lo va a asaltar un ladrón, seguramente permanecería despierto para impedir el asalto a su casa. Por eso, estén también ustedes preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que menos esperan.  Imagínense un administrador digno de confianza y capaz. Su señor lo ha puesto al frente de su familia, y es él quien les reparte el alimento a su debido tiempo.  Afortunado será este servidor si, al venir su señor, lo encuentra cumpliendo su deber. En verdad les digo: su señor lo pondrá al cuidado de todo lo que tiene. No será así con el servidor malo que piensa: «Mi señor se ha retrasado», y empieza a maltratar a sus compañeros y a comer y a beber con borrachos. El patrón de ese servidor vendrá en el día que no lo espera y a la hora que menos piensa. Le quitará el puesto y lo mandará donde los hipócritas: allí será el llorar y el rechinar de dientes”.

 

  Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

 

La Iglesia celebra hoy a San José de Calasanz y a un gran santo laico: San Luis, rey de Francia, patrono de la Orden Franciscana Secular (OFS). Recibió de su madre una sólida formación cristiana que sustentó su rectitud moral, lo hizo sabio, modelo de las virtudes familiares y de laico cristiano.

El pasaje del evangelio de hoy: San Mateo, capítulo 24, versículos 42 al 51, inaugura una reflexión sobre el tema de la vigilancia, eminentemente escatológico, que será abordado en los próximos días. Queda muy claro: tenemos la certeza del juicio, pero la incerteza de cuando sucederá. Solo nos queda ¡VIGILAR SIEMPRE!

Escuchemos el texto: “Estén atentos, porque no saben qué  día vendrá el Señor. Entiendan bien que, si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría vigilando y no lo dejaría asaltar su casa. […] Queden vigilando!”.

Aunque el texto del evangelio  nos pueda parecer apocalíptico, no nos debe asustar. Debe, si, motivarnos a un comportamiento coherente, donde cada minuto de nuestra vida temporal sea vivido con  intensidad y en la perspectiva de la vida eterna. Para mostrar nuestras posibilidades ante lo imprevisible de la hora en que Cristo vendrá, la parábola presenta dos tipos de actitudes: la del siervo bueno que permanece fiel a lo que debe hacer. Feliz el siervo que el Señor encuentre actuando así. El será colocado como administrador de todos los bienes de su Señor.

Otra es la actitud del siervo que, ante la demora de que vuelva su señor, comienza a golpear a sus compañeros, y a comer y a beber con los borrachos. El día y la hora que menos se lo espera llegará su Señor y lo castigará severamente, lo condenará a ir para el lugar donde los hipócritas van. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.

Además de hablar de las necesidades, el Concilio define el tiempo presente como tiempo de vigilia: “El tiempo presente es el tiempo del Espíritu y del testimonio. […] que inaugura los combates de los últimos días. Es un tiempo de expectativa y vigilia” (cf. CIC n. 672).

Vigilar es la actitud de quien ama y cree. Vigilar siempre es la actitud cristiana de quien vive la vida en profundidad. Pidamos a  Dios, para que nos de su gracia y su bendición, y que su Espíritu Santo ilumine nuestras vidas para que podamos a toda hora y en todo nuestro actuar, hacer su voluntad y hacer crecer su Reino entre los hombres. Amen.