EVANGELIO DEL DÍA JUEVES 26 DE MAYO DEL 2016

                         Lucas 9, 11-17: “En aquel tiempo, la gente supo que Jesús se había ido y partieron tras él. Jesús los acogió y volvió a hablarles del Reino de Dios mientras devolvía la salud a los que necesitaban ser atendidos. El día comenzaba a declinar. Los Doce se acercaron para decirle: «Despide a la gente para que se busquen alojamiento y comida en las aldeas y pueblecitos de los alrededores, porque aquí estamos lejos de todo.» Jesús les contestó: «Denles ustedes mismos de comer.» Ellos dijeron: «No tenemos más que cinco panes y dos pescados. ¿O desearías, tal vez, que vayamos nosotros a comprar alimentos para todo este gentío?» De hecho había unos cinco mil hombres. Pero Jesús dijo a sus discípulos: «Hagan sentar a la gente en grupos de cincuenta.» Así lo hicieron los discípulos, y todos se sentaron. Jesús entonces tomó los cinco panes y los dos pescados, levantó los ojos al cielo, pronunció la bendición, los partió y se los entregó a sus discípulos para que los distribuyeran a la gente. Todos comieron hasta saciarse. Después se recogieron los pedazos que habían sobrado, y llenaron doce canastos”.

 

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

 

Hoy jueves, luego del domingo de la Santísima Trinidad, la Iglesia celebra la Solemnidad del Corpus Christie, Cuerpo y Sangre de Cristo. Tenemos en esta celebración la lectura tomada de la Cena del Señor, el mismo texto que se leyó el jueves Santo.

Los evangelistas sinópticos, Marcos, Mateo y Lucas, narran la cena de despedida de Jesús con sus discípulos en Jerusalén, y describen el compartir del pan y el vino. Por su parte el cuarto evangelio, Juan, en su relato,  no menciona este compartir, sino que narra el gesto del lavatorio de los pies, Jesús que sirve a sus discípulos. Para Juan el compartir eucarístico se da en la multiplicación de los panes, en lo alto de la montaña, entre Jesús, los discípulos y la multitud.

En la fiesta de hoy tenemos el relato de este compartir con la multitud conforme al evangelio de Lucas, en el capítulo 9, versículos del 11 al 17. Jesús acoge a las multitudes, les habla sobre el Reino de Dios y los cura. Al final del día, surge la preocupación por la comida. Los discípulos sienten la necesidad de la multitud, y piensan que lo mejor es que se vayan y busquen ellos mismos donde comer.

Jesús los provoca con este imperativo: “Denles ustedes de comer”, y, luego de un tiempo aparecen algunos panes y peces disponibles, estos son bendecidos y repartidos por Jesús, luego los discípulos se los distribuyen a las multitudes.  Jesús no hace un acto de magia, sino que lo poco que las multitudes van compartiendo,  al ser tocado y bendecido por el gesto de Jesús, se va transformando en más, se multiplica en generosidad y todos quedan satisfechos.

En el pan compartido tenemos la memoria de la presencia viva, corpórea y amorosa de Jesús a lo largo de toda su vida. Además nos hace consciente de su presencia viva entre los discípulos, a lo largo de los tiempos. El cuerpo de Jesús nos es dado como alimento de vida eterna desde el momento de su encarnación y durante toda su vida de donación  a la comunidad.

El don de Jesús, en su propio cuerpo que se concretiza en el servicio y en el compartir. Es al poner en común los bienes de este mundo: pan, tierra, cultura… Que se puede satisfacer a todos y todavía sobra en abundancia. Se llega así a la unidad deseada por Dios, en comunión de vida plena con el Padre, superándose la división entre ricos y pobres, las barreras y los muros.

Jesús revela al Dios de la vida y del amor. Siempre en contacto con las multitudes, comunicando vida y compartiendo sus bienes. Que Jesús, con su ejemplo y con sus palabras, sea acogido por cada uno de nosotros como alimento de vida eterna. Amen.