EVANGELIO DEL DIA  JUEVES 5 NOVIEMBRE DE 2015

LUCAS 15, 1-10:“Los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharle. [2] Por esto los fariseos y los maestros de la Ley lo criticaban entre sí: «Este hombre da buena acogida a los pecadores y come con ellos.»  Entonces Jesús les dijo esta parábola: «Si alguno de ustedes pierde una oveja de las cien que tiene, ¿no deja las otras noventa y nueve en el desierto y se va en busca de la que se le perdió, hasta que la encuentra?  Y cuando la encuentra se la carga muy feliz sobre los hombros,  y al llegar a su casa reúne a los amigos y vecinos y les dice: «Alégrense conmigo, porque he encontrado la oveja que se me había perdido.»  Yo les digo que de igual modo habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que vuelve a Dios que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de convertirse.  Y si una mujer pierde una moneda de las diez que tiene, ¿no enciende una lámpara, barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra?  Y apenas la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas y les dice: Alégrense conmigo, porque hallé la moneda que se me había perdido.  De igual manera, yo se lo digo, hay alegría entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte.»

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo

Encontramos el evangelio de hoy en San Lucas, capítulo 15, versículos del 1 al 10. Las parábolas de la oveja y de la moneda perdida.  Las dos pequeñas historias traen, básicamente, el mismo mensaje: la lección del amor misericordioso del Padre revelado a nosotros por su Hijo, Jesús.

Las dos parábolas muestran, como acostumbra a decir el Papa Francisco, que nosotros nos cansamos o desistimos de Dios, pero Dios no desiste de nosotros. Es Incansable, Dios es como el pastor que busca la oveja que se perdió… Es Paciente, es como la mujer que limpia y barre la casa hasta encontrar su moneda perdida.

Dios conoce bien nuestras fragilidades y pecados. Y, a pesar de ellos, siempre nos ofrece la oportunidad de arrepentimiento, de conversión y de perdón. Su alegría está en encontrar y reconducir a quien se perdió, para que encuentre el camino de la salvación.

 

 

El capítulo 15 de San Lucas tiene además una tercera parábola, más larga y compleja, que sigue la misma línea de reflexión y es muy conocida: la parábola del Hijo pródigo. Dios hace todo para traer de vuelta,  junto a sí, al pecador que de él se apartó!

Estas tres parábolas tienen un sentido: responder a los fariseos y a los escribas que murmuraban y criticaban a Jesús, diciendo: “Este hombre acoge a los publicanos y pecadores, y come con ellos!”.  Lucas quiere, eliminar la imagen de un Dios que castiga al pecador, y mostrar la misericordia del Padre.

El mensaje que Lucas nos transmite es que Jesús “imita al Padre” y cumple todo aquello que el Padre le ordenó. Su comportamiento sigue el modo de actuar de Dios,  Jesús  es la encarnación y la “imagen de Dios invisible”. ¿Será que el evangelio de hoy es también un desafío directo para todos, a fin de corregir nuestra imagen de Dios?