Marcos 3, 22-30: “En aquel tiempo unos maestros de la Ley que habían venido de Jerusalén decían: «Está poseído por Belcebú, jefe de los demonios, y con su ayuda expulsa a los demonios.» Jesús les pidió que se acercaran y empezó a enseñarles por medio de ejemplos: « ¿Cómo puede Satanás echar a Satanás? Si una nación está con luchas internas, esa nación no podrá mantenerse en pie. Y si una familia está con divisiones internas, esa familia no podrá subsistir. De igual modo, si Satanás lucha contra sí mismo y está dividido, no puede subsistir, y pronto llegará su fin. La verdad es que nadie puede entrar en la casa del Fuerte y arrebatarle sus cosas si no lo amarra primero; entonces podrá saquear su casa. En verdad les digo: Se les perdonará todo a los hombres, ya sean pecados o blasfemias contra Dios, por muchos que sean. En cambio el que calumnie al Espíritu Santo, no tendrá jamás perdón, pues se queda con un pecado que nunca lo dejará.» Y justamente ése era su pecado cuando decían: Está poseído por un espíritu malo”.
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
Jesús hace el anuncio de la Buena Nueva en Galilea y pueblos vecinos. Esta región estaba bajo el dominio del Imperio Romano, con gran influencia de la cultura griega con presencia de grupos judíos en las zonas urbanas, con su culto y religión. En el Evangelio, de hoy Marcos, capítulo 3, versículos 22-30, encontramos la narración de otro conflicto de los líderes religiosos de Israel, con Jesús, motivado por su práctica que libera a las personas de las enfermedades y los malos espíritus, rescatando la dignidad y la autoestima, liberándolas también de la opresión de los fariseos y los líderes religiosos de Jerusalén.
Los escribas, con la intención de difamar a Jesús, difundían entre la gente que Jesús estaba poseído por Belcebú, y que era por el príncipe de los demonios que
Jesús expulsaba demonios. ¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Un reino o una casa divididos no pueden subsistir. Jesús completa, invirtiendo la acusación de los que decían que Él tenía un espíritu impuro: Todo será perdonado a los hombres, pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo nunca será perdonado.
El espíritu comunicado a Adán, en el relato de la creación, es el aliento el soplo divino. El aliento o respiración, es expresión de la vida misma. El Espíritu de Dios es su aliento vital, es su misma vida divina, que es el amor, y que se nos comunica en Jesús portador del Espíritu de la vida y del amor de Dios. Querer atribuir la acción de Jesús, al demonio es blasfemia contra el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el amor. Considerar las obras de amor del Espíritu como obras del demonio significa tomar distancia y romper con el mismo amor de Dios. La acción liberadora de Jesús es un signo de la presencia del Reino de Dios entre nosotros, y es unido alrededor de Jesús que los discípulos con su práctica, se empeñan en la revelación de este Reino.
Pidámosle a Dios, que Jesús nos ilumine e inspire, moviendo nuestra voluntad hacia el compromiso de promover la vida en este mundo mediante la erradicación de toda opresión e injusticia practicando el amor fraterno. Y como discípulos de Jesús, sepamos reconocer la presencia de Dios en la manifestación del amor que libera y promueve la vida. Amen.