
Juan 3, 1-8: “Entre los fariseos había un personaje judío llamado Nicodemo. Este fue de noche a ver a Jesús y le dijo: «Rabbí, sabemos que has venido de parte de Dios como maestro, porque nadie puede hacer señales milagrosas como las que tú haces, a no ser que Dios esté con él.» Jesús le contestó: «En verdad te digo que nadie puede ver el Reino de Dios si no nace de nuevo desde arriba.» Nicodemo le dijo: « ¿Cómo renacerá el hombre ya viejo? ¿Quién volverá al seno de su madre?» Jesús le contestó: «En verdad te digo: El que no renace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, y lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: Necesitan nacer de nuevo desde arriba. El viento sopla donde quiere, y tú oyes su silbido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Lo mismo le sucede al que ha nacido del Espíritu.»
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
A partir de hoy hasta el domingo de Pentecostés, en los días feriales de este tiempo pascual, la liturgia diaria hace la lectura continua del evangelio de Juan quien en su evangelio, realza, en Jesús, la revelación del Dios de amor que, a todos, quiere comunicar la vida eterna.
En el evangelio de hoy, capítulo 3, versículos 1 al 8, Juan nos presenta el diálogo de Jesús con Nicodemo. Nicodemo era un fariseo influyente que ocupaba un cargo importante en la cúpula del gobierno del judaísmo en Jerusalén. El siente curiosidad por el mensaje de Jesús y lo busca discretamente, de noche, para un diálogo.
Jesús, entonces, le indica el camino del Reino de Dios: “En verdad, en verdad, te digo: quien no nace del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios”. Nicodemo, confuso, pregunta: “¿Cómo puede alguien volver a nacer si ya es viejo? Jesús
responde: “En verdad te digo: si alguien no nace del agua y del Espírito no podrá entrar en el Reino de Dios.”
Ante el engaño de Nicodemo, Jesús le presenta la conversión, nacer de lo alto, como el camino para el Reino de Dios. La resistencia de Nicodemo la provoca su obsesión por la Ley. Repitiendo por cuatro veces la afirmación del nuevo “nacer”, Jesús caracteriza la novedad de su anuncio, que no puede ser confundido con las antiguas tradiciones de Nicodemo. El imaginaba a Jesús como un rabí más, que pensaban que por la observancia estricta de la Ley se restauraría la nación judaica, el poder y la gloria.
La duda de Nicodemo, “como puede alguien renacer si ya es viejo”, se relaciona con la vejez de la Ley, rígida, sin disposición para los cambios. La acción vivificante del Espíritu no está atada a ningún sistema religioso o legal. El Espíritu es libre, sopla donde quiere; es así también quien nace del Espíritu. El nacer del Espíritu es la perfección de la creación, confiriendo a los hombres y mujeres el don de la eternidad.
Siguiendo los pasos de Jesús, cumpliendo la voluntad del Padre, somos nuevas criaturas, hijos e hijas de Dios. Pidámosle fervorosamente al Espíritu Santo que en comunión de amor y vida con nuestros prójimos, particularmente con los más necesitados, encontremos vida plena con Jesús, Hijo de Dios y Señor nuestro. Amen.
