MARCOS 16, 15-20: “En aquel tiempo, se apareció Jesús a los once y les dijo: “Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se niegue a creer se condenará. Estas señales acompañarán a los que crean: en mi Nombre echarán demonios y hablarán nuevas lenguas; tomarán con sus manos serpientes y, si beben algún veneno, no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y quedarán sanos.» Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos, por su parte, salieron a predicar en todos los lugares. El Señor actuaba con ellos y confirmaba el mensaje con los milagros que lo acompañaban”.
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
La Iglesia celebra hoy la fiesta de San Marcos, Evangelista. A él es atribuido el segundo evangelio, aunque en orden cronológica es el primero y más antiguo. Escrito tal vez para atender las necesidades de una comunidad griega. Marcos acompañó a Pedro en la misión. Probablemente fue el fundador de la Iglesia de Alejandría. Murió mártir en Egipto, en el año 68 de la E.C.
El texto de hoy es la conclusión del evangelio de Marcos, que encontramos en el capítulo 16, versículos del 15 al 20, donde se describe la Ascensión de Jesús al cielo y cómo, antes de regresar al Padre, Jesús nos transmite su misión a través de un mandato misionero: “Id por todo el mundo proclamando la buena noticia a toda la creación. Quien crea y se bautice se salvará; quien no crea se condenará”. Fieles a ese mandato salieron a predicar por todas partes, y el Señor cooperaba y confirmaba el mensaje con las señales que les acompañaba.
En su evangelio, Marcos, más que preocuparse de la doctrina y los milagros de Jesús, enfatiza la propia persona de Jesús y, consecuentemente, las reacciones de las personas delante de Él. Marcos quiere mostrar y al mismo tiempo desvelar el misterio de Jesús. Su Jesús es misterioso, por eso es frecuente esta expresión no se lo digan a nadie, lo que para los expertos bíblicos constituye el secreto mesiánico.
En un lenguaje simple y directo, ya desde el inicio, presenta a Jesús como “Hijo de Dios” y sus enseñanzas como una “buena noticia”. Es el evangelista que más muestra a Jesús expulsando y venciendo a los demonios y anunciando la “llegada” del Reino de Dios.
Con el Vaticano II, la Iglesia ha tenido un gran impulso en su ardor misionero. Para nosotros, latinoamericanos, han tenido importancia fundamental las Conferencias del Episcopado de América Latina y el Caribe. Hoy, brota en los labios de la Iglesia una sonrisa de alegría misionera con la elección del Papa Francisco. Es Francisco, quien nos enseña: “La experiencia de haber sido salvados por Él, nos impulsa a amarlo cada vez más. En efecto un amor que no siente la necesidad de hablar de la persona amada, de presentarla y hacerla conocer, ¿qué amor seria?”. “Si no sentimos el deseo intenso de comunicar a Jesús, necesitamos pedirle, en oración, que vuelva a conquistarnos” (EG n. 264).
Que el Dios de amor y misericordia nos llene de su gracia y nos haga amigos de su Palabra, amantes de su voluntad y fieles anunciadores de su Reino, y que el Espíritu Santo sea nuestra fuerza y nuestra alegría en el seguimiento de Jesucristo. Amen.