Mateo 20, 20-28: “En aquel tiempo,la madre de Santiago y Juan se acercó con sus hijos a Jesús y se arrodilló para pedirle un favor. Jesús le dijo: « ¿Qué quieres?» Y ella respondió: «Aquí tienes a mis dos hijos. Asegúrame que, cuando estés en tu reino, se sentarán uno a tu derecha y otro a tu izquierda.» Jesús dijo a los hermanos: «No saben lo que piden. ¿Pueden ustedes beber la copa que yo tengo que beber?» Ellos respondieron: «Podemos.» Jesús replicó: «Ustedes sí beberán mi copa, pero no me corresponde a mí el concederles que se sienten a mi derecha y a mi izquierda. Eso será para quienes el Padre lo haya dispuesto.» Los otros diez se enojaron con los dos hermanos al oír esto. Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que los gobernantes de las naciones actúan como dictadores y los que ocupan cargos abusan de su autoridad. Pero no será así entre ustedes. Al contrario, el de ustedes que quiera ser grande, que se haga el servidor de ustedes, y si alguno de ustedes quiere ser el primero entre ustedes, que se haga el esclavo de todos; hagan como el Hijo del Hombre, que no vino a ser servido, sino a servir y dar su vida como rescate por una muchedumbre”.
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
Hoy, en la liturgia diaria, tenemos la celebración de la fiesta de Santiago apóstol. Santiago y Juan, eran pescadores, hijos de Zebedeo, forman la segunda pareja de hermanos, llamada por Jesús al seguimiento de su ministerio.
En los evangelios encontramos a Santiago, llamado “el hermano del Señor o Santiago el mayor”, que fue el jefe de la Iglesia de Jerusalén, y a Santiago “el menor”, hijo de Alfeo, quien, también aparece en el relato de los doce apóstoles. Santiago, permanece fiel en el seguimiento de Jesús, fue el primero de los apóstoles martirizado, en el año 44, lo mandó a matar el rey Herodes Agripa. El evangelio de Mateo, capítulo 20, versículos del 20 al 28, describe como la madre de Santiago y Juan se acerca a Jesús, y le pide: “Ordena que estos hijos míos, se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda”. Jesús, entonces les responde: “No sabes lo que pides… En este mundo, los jefes de las naciones los oprimen y los grandes hacen sentir su poder. Entre ustedes que no sea así. El que quiera ser el mayor, que se haga el más pequeño y el servidor de sus hermanos.
Jesús, y sus discípulos, iba camino de Jerusalén, para proclamar allí también el Reino de libertad y amor. Los jefes religiosos de Israel, ya habían decidido que El, tenía que morir. Jesús lo sabía y por eso les advierte a sus discípulos. Les hace ver que esa sed de poder entre los jefes de las naciones, debe ser arrancada de sus corazones, entre los discípulos no puede ser así. Jesús rechaza un mesianismo poderoso, característico de los gobernantes opresores, el mesianismo de Jesús, es testimonio del amor que se caracteriza por el servicio a la vida y a los más débiles.
Entre los discípulos debe reinar el espíritu de servicio. Queda clara la propuesta de Jesús, frente a la posición de los poderosos opresores, que crean estructuras de oprimidos y explotados. Jesús ofrece a todos el modelo del Hijo del Hombre que vino para servir no para ser servido. El evangelio de Juan lo expresa en la cena del lavatorio de los pies. El compromiso con el servicio es lo opuesto a un mesías glorioso y poderoso. Estamos llamados al servicio como un ejercicio de amor.
Renunciando a la ambición de poder y siguiendo a Jesús en el servicio a la vida, entramos en comunión con el Padre.Pidamos pues que la presencia de Jesús en nuestras vidas nos traiga paz y libertad, para que con alegría y confianza, compartamos la vida en el amor con los hermanos. Amen.