EVANGELIO DEL DÍA LUNES 26 DE NOVIEMBRE DEL 2018

 

   Lucas 21, 1-4: “En aquel tiempo, Jesús levantó la mirada y vio a unos ricos que depositaban sus ofrendas en el arca del tesoro del Templo. Vio también a una viuda muy pobre que echaba dos moneditas. Entonces dijo: «En verdad les digo que esa viuda sin recursos ha echado más que todos ellos, porque estos otros han dado de lo que les sobra, mientras que ella, no teniendo recursos, ha echado todo lo que tenía para vivir.»

  Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

La Iglesia universal celebra hoy la fiesta entre otros santos, en honor al Beato Santiago Alberione. Fundador de la Familia Paulina, fue uno de los apóstoles más creativos del siglo XX. Nacido en San Lorenzo di Fossano (Cúneo, Italia) el 4 de abril de 1884, recibió el bautismo al día siguiente. Partió a la Casa del Padre un 26 de noviembre de 1971 y fue beatificado por San Juan Pablo II en 2003, en el día de la Solemnidad de la Divina Misericordia.

Fue un gran impulsor de la impresión de ediciones populares de libros sagrados y diversas publicaciones de formación católica, litúrgica y pastoral, y considerado patrono de Internet. Él prometió que: “desde la Casa del Padre, me preocuparé de los comunicadores y de todos aquellos que trabajan con los medios más modernos y eficaces”. Felicitaciones a nuestras queridas hermanas Paulinas por la fiesta de su fundador.

Por su parte la liturgia diaria nos invita a meditar el Evangelio de Jesucristo según San Lucas capítulo 21, verso 1 al 4. Donde se presentan dos personajes bien opuestos: ricos que ofrendan grandes donativos, producto de lo que les sobra y una pobre viuda que deposita como ofrenda lo único que tiene para poder sobrevivir. JESÚS, se pone en guardia frente a las actitudes de los pudientes, llenos de prosopopeya en sus vestiduras y actitudes. Por singular contraste resalta la figura de la pobre viuda que pasa desapercibida, cuando cumple un gran gesto de desprendimiento.

La tradición Lucana, presenta repetidamente el interés que JESÚS muestra por los pobres y entre ellos los huérfanos y las viudas. De allí que el Evangelio nos presente un criterio para evaluar una realidad, más desde el punto de vista cualitativo que cuantitativo. Y la cualidad siempre está ligada a las posibilidades de cada persona, grupo comunidad o institución. Al usar este criterio se puede inferir que el donativo de los ricos es pírrico o limitado, mientras que el de la viuda es mayor, porque su generosidad ha sido total.

Por eso el Maestro nos dice que lo importante no es el monto de lo que se da, si no lo que cada uno se reserva para sí. Los grandes ricos han echado en las arcas del Templo, un gran donativo, pero de lo que le sobraba ya que se han reservado para si una gran cantidad, mientras que la pobre viuda no se ha quedado con nada. Y es que Dios no quiere nuestras cosas, que al fin y al cabo son de Él, sino nuestra más firme voluntad de hacer de nuestras vidas una oblación constante al servicio de nuestros semejantes.

Al confrontarnos con el texto, podemos darle dos relectura, una es la actitud que tenemos los cristianos católicos que a la hora de dar nuestro aporte en la colecta de la liturgia, buscamos el billete de menos denominación para depositarlo en la bolsa, y si se requiere de nuestra presencia para alguna actividad de la Iglesia, sea pastoral o social siempre andamos ocupados o con poca disponibilidad de tiempo.

La otra relectura que podemos darle a este texto es que en nuestro tiempo abundan muchas personas disfrazadas de “buenos samaritanos”, que queriendo ganar reconocimientos ante la colectividad dan de lo que le sobra. También somos muchos los que con fines pocos nobles utilizamos el hambre y la carencia de los más pobres para dárnoslas de benefactores, sin sentir verdaderamente el drama de los que está siendo objeto de nuestras acciones.

Por eso hoy es día para preguntarnos: ¿Estoy consciente de la necesidad que tiene mi comunidad para dar lo mejor de mí y todo el tiempo necesario para la búsqueda de las soluciones a esta inmensa crisis que estamos padeciendo? ¿Aporto a la Iglesia de lo que me sobra, o de lo que considero esencial para mi subsistencia? ¿Las colaboraciones que doy a mis semejantes las doy de corazón o las hago para recibir un reconocimiento?

Señor JESÚS, Tú nos has rescatado a un gran precio, dándote por entero a favor nuestro. Ayúdanos con la fuerza de Tú Amor,  a ser desprendidos de todos los bienes materiales y a estar a disposición Tuya y de nuestros semejantes. Amen.