Juan 16, 29-33: “En aquel tiempo los discípulos le dijeron a Jesús: «Ahora sí que hablas con claridad, sin usar parábolas. Ahora vemos que lo sabes todo y no hay por qué hacerte preguntas. Ahora creemos que saliste de Dios.» Jesús les respondió: « ¿Ustedes dicen que creen? Está llegando la hora, y ya ha llegado, en que se dispersarán cada uno por su lado y me dejarán solo. Aunque no estoy solo, pues el Padre está conmigo. Les he hablado de estas cosas para que tengan paz en mí. Ustedes encontrarán la persecución en el mundo. Pero, ánimo, yo he vencido, al mundo.»
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
Hoy 29 de mayo recordamos la fiesta en honor a Santa Teodosia. Puede decirse que de las madres de los mártires que sufrieron la persecución terrible de Diocleciano en Cesárea de Palestina destaca Teodosia, madre de San Procopio, el ascético, catequista y lector de la Iglesia de Jerusalén. En Teodosia, Procopio y demás mártires de Cesárea, concluyen sus actas: “Jesucristo Reinó”.
Por su parte la liturgia diaria nos invita a meditar el Evangelio según San Juan capítulo 16, versos 29-33. En este texto del evangelista Juan, nos recuerda que antes de la pasión los discípulos no fueron capaces de perseverar con Jesús y de resistir en un momento tan dramático. Lo dejaron solo y se dispersaron cada uno por su lado
Ante la prueba y conflicto o la adversidad, es cuando es cuando se sabe realmente cuanto somos y para que servimos. Por ello Jesús advierte que en la hora menguada la tendencia será la de huir, replegarse o claudicar. La Resurrección mostrará que a pesar de que los discípulos dejaron solo a Jesús, El Padre siempre estuvo con Él.
Jesús nos enseña que experimentar a Dios como una ausencia, ya que es una forma de relacionarnos con Él, por eso nos anima a vivir en comunión con Él, y así conservar la paz en las tribulaciones. Es esta una enseñanza muy oportuna ya que a menudo estamos dudando de la ayuda de Dios, o de su presencia, por los múltiples problemas que se nos presentan tanto en el plano personal, como en el ámbito comunitario.
Por eso Jesús nos dice que en la hora de las tribulaciones solo el Espíritu Santo nos dará la fortaleza para afrontar con sabiduría y paz, en medio de la propia debilidad, los embates del mundo. Pidámosle a Jesús que nos de su fuerza y su paz, para tener fuerza en las pruebas y en las adversidades y descubrir que nunca estamos solos. Amen.