MATEO 4, 18- 22: “Mientras Jesús caminaba a orillas del mar de Galilea, vio a dos hermanos: uno era Simón, llamado Pedro, y el otro Andrés. Eran pescadores y estaban echando la red al mar. Jesús los llamó: «Síganme, y yo los haré pescadores de hombres.» Al instante dejaron las redes y lo siguieron. Más adelante vio a otros dos hermanos: Santiago, hijo de Zebedeo, con su hermano Juan; estaban con su padre en la barca arreglando las redes. Jesús los llamó, y en seguida ellos dejaron la barca y a su padre y lo siguieron”
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo
La Iglesia celebra hoy la memoria de San Andrés, apóstol y mártir, que, junto con su hermano Simón Pedro, fue de los primeros en ser llamados a seguir a Cristo. De pescadores que eran, creyeron en la Palabra de Jesús de volverlos pescadores de hombres.
El evangelio de hoy, en Mateo, capítulo 4, versículos Del 18 al 22, que cuenta justamente la elección y el llamado de los cuatro primeros discípulos, a saber: Simón/Pedro y Andrés, Santiago y Juan. Estaban con sus redes junto al mar. Jesús los llamó, y ellos, dejándolo todo, inmediatamente lo siguieron!
Los habitantes cercanos a la orilla del Mar de Galilea fueron agraciados por la presencia luminosa del Mesías que, como “Sol naciente” despuntaba para Israel. Jesús, con criterios solo suyos, ve aquellos hombres, escogidos y los llama, los prepara para ser los “constructores del Reino de Dios”.
El seguimiento no es mérito, sino un don gratuito de Dios. La iniciativa del llamado es siempre de Dios, de Jesús. La respuesta nace de la generosidad del corazón y del ejercicio de la libertad humana.
La convivencia con Jesús será un tiempo de entrenamiento y aprendizaje en función de la misión para la cual fueron escogidos. Y cuando miramos a los primeros discípulos entendemos que no escoge ni los mejores ni los más capacitados, sino más bien, capacita aquellos a quienes escoge.
La Exhortación Apostólica del Papa Francisco: La Alegría del Evangelio, es un verdadero manual vocacional que quiere llamar a todos, en la Iglesia, a redescubrir la belleza y la alegría de sembrar las palabras del Evangelio, renovar nuestro ardor misionero y plantar en el mundo entero el Reino de Dios.
En ¡Alégrense! La Carta Circular a los consagrados y las consagradas, que conmemora el Año de la Vida Consagrada, una vez más el Papa dice: “El Señor nos llama cada día a seguirlo con coraje y fidelidad; nos hizo el gran don, de escogernos como discípulos suyos e invitados a anunciarlo con el testimonio de nuestra vida”. La primera cosa necesaria para el discípulo es estar con el Maestro, oírlo y aprender de Él, y luego ponerlo todo en práctica! ¿Nos miramos nosotros en este itinerario, o más bien necesitamos seguir perseverando?