Juan 16, 29-33: “En aquel tiempo, los discípulos le dijeron a Jesús: «Ahora sí que hablas con claridad, sin usar parábolas. Ahora vemos que lo sabes todo y no hay por qué hacerte preguntas. Ahora creemos que saliste de Dios.» Jesús les respondió: « ¿Ustedes dicen que creen? Está llegando la hora, y ya ha llegado, en que se dispersarán cada uno por su lado y me dejarán solo. Aunque no estoy solo, pues el Padre está conmigo. Les he hablado de estas cosas para que tengan paz en mí. Ustedes encontrarán la persecución en el mundo. Pero, ánimo, yo he vencido, al mundo.»
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
En la liturgia de hoy, nuestra Santa Madre Iglesia, nos presenta, la lectura continuada del evangelio de Juan, capítulo 16, versículos del 29 al 33, sigue el diálogo entre Jesús y los discípulos, en la última cena. A lo largo de este diálogo, todavía se manifestaba la incomprensión de los discípulos. Jesús, les dice: “Llega la hora en que ya no les hablaré en parábolas, sino que lo haré con toda claridad, les hablaré acerca del Padre. Salí del Padre y vine al mundo; de nuevo dejo el mundo y voy al Padre”. Entonces los discípulos afirman: “Ahora sí que hablas claro, sin parábolas. Creemos que lo sabes todo y no necesitas que nadie te interrogue. Por eso creemos que has salido de Dios”.
Jesús, les respondió: “¿Creen ahora? Miren que llega la hora en que se dispersaran cada uno por su lado, y me dejarán solo”. Y Jesús continua: “Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Les he dicho estas cosas para tengan paz en mí. En el mundo tendrán tribulación, Pero ¡ánimo! yo he vencido, al mundo!”. Ante la afirmación de los discípulos de que, habían entendido todo, Jesús los modera, afirmándoles que se acerca la hora en la que será abandonado por ellos. La fe de los discípulos, en realidad, todavía es muy frágil y vacilante. Ellos dejarán solo a Jesús, en el momento de su prisión y durante la pasión y la muerte.
Esta soledad Jesús la vive en el amor. El Padre está siempre con Jesús, y es esta unión con el Padre que genera el amor. Jesús está concluyendo su largo discurso y lo completa afirmando que todo lo que Él ha dicho es para que los discípulos tengan paz, en un mundo de sufrimientos. En el mundo se vive en conflictos, tensiones, angustias, incertezas, pues este mundo todavía está bajo el dominio de los poderosos, adoradores y esclavos del dinero.
Seducido por el dinero el jefe poderoso hace la guerra, mata, e impone la “paz del imperio”, que garantiza la sumisión de todos a los intereses de los dueños del mercado y del lucro. Jesús comunica coraje. La paz de Jesús está en la vida fraterna y comunitaria, en la solidaridad, en el servicio, en el compartir, haciendo brotar y florecer la vida, venciendo al mundo.
Oremos, para que podamos presentar a todas las personas la belleza de la vida nueva en Jesús y el camino del Padre, abierto a todos los pueblos y culturas. Y que nuestra presencia en este mundo sea testimonio de la acción transformadora de Dios, como discípulo de Jesús. Amen.