EVANGELIO DEL DÍA MARTES 14 DE JUNIO DEL 2016             

                   

  Mateo 5, 43-48: “En aquel tiempo Jesús les dijo: Ustedes han oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo y no harás amistad con tu enemigo.» Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores, para que así sean hijos de su Padre que está en los Cielos. Porque él hace brillar su sol sobre malos y buenos, y envía la lluvia sobre justos y pecadores. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué mérito tiene? También los cobradores de impuestos lo hacen. Y si saludan sólo a sus amigos, ¿qué tiene de especial? También los paganos se comportan así.  Por su parte, sean ustedes perfectos como es perfecto el Padre de ustedes que está en el Cielo”.

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

Así dice el evangelio de hoy: “Escucharon que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo!’  Pero yo os digo: Amen a sus enemigos y oren por aquellos que los maltratan y persiguen! Así serán dignos hijos de su Padre que está en los cielos, que hace salir el sol… y manda la lluvia sobre buenos y malos, justos e injustos”.

Con este enunciado cerramos la serie de seis novedosas propuestas de Jesús. Lea el texto íntegro en San Mateo, capítulo 5, versículos del 43 al 48. Y llegamos también a la meta máxima que Jesús nos indica: “Ustedes, sean perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto!”. A primera vista, una meta imposible de ser atendida…

Pero Jesús, como también Dios no nos pide nunca aquello que no podemos hacer. Al invitarnos a ser perfectos como el Padre; Jesús está diciendo que no podemos vivir el amor a la mitad y nos propone la radicalidad del evangelio: A hacer todo lo que podamos.

Si,  Conocemos nuestras limitaciones y nuestra fragilidad. Y ese es el primer paso para, a partir de allí, buscar caminar en busca de la perfección del amor, y no olvidemos que Dios es amor!, a tal punto de amar a todos, como Dios ama, incluso a los enemigos.

En Dios la perfección es esencialmente misericordia. Por eso San Lucas escribe: “Sed misericordiosos como vuestro Padre celestial es misericordioso!” (Lc. 6,36). Actuando así no seremos cómplices del amor calculador y egoísta, saliendo de nuestro pequeño mundo, para descubrir y amar en cada persona un hermano, una hermana…

El amor cristiano alcanza aquí su máxima dimensión. Amar a quien está a nuestro lado, prójimo, a nuestro familiar, que nos felicita, que le agradamos… eso hasta los paganos lo hacen. Los hijos de Dios deben acercarse con amor hasta a aquellos que están separados de ellos por un abismo de odio. El motivo es un sueño: este es el modo de actuar de Dios!

La misión que Jesús recibió del Padre, fue la de revelar el misterio del amor divino en su plenitud […] Este amor se hizo visible en toda la vida de Jesús. Su persona no es otra cosa sino amor. Un amor que se dona y ofrece gratuitamente. En Él, todo habla de Misericordia. En él no hay nada desprovisto de compasión”. (El Rostro de la Misericordia, n. 8).

Moisés pidió ver a Dios. Cuando lo vio, así lo definió: “Él es paciente y misericordioso”. Pidamos insistentemente la presencia de Dios, en medio de nosotros, para que  el Espíritu Santo nos de su fuerza y su luz para hacer lo que es bueno a los ojos de Dios. Y que el Padre nos acompañe con su Bendición hoy y siempre. Amen.