
LUCAS 19, 1- 10: “En aquel tiempo habiendo entrado Jesús en Jericó, atravesaba la ciudad. Había allí un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de los cobradores del impuesto y muy rico. Quería ver cómo era Jesús, pero no lo conseguía en medio de tanta gente, pues era de baja estatura. Entonces se adelantó corriendo y se subió a un árbol para verlo cuando pasara por allí. Cuando llegó Jesús al lugar, miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja en seguida, pues hoy tengo que quedarme en tu casa.» Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría. Entonces todos empezaron a criticar y a decir: «Se ha ido a casa de un rico que es un pecador.» Pero Zaqueo dijo resueltamente a Jesús: «Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y a quien le haya exigido algo injustamente le devolveré cuatro veces más.» Jesús, pues, dijo con respecto a él: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, pues también este hombre es un hijo de Abraham. El Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo
La Iglesia hace hoy memoria de Santa Isabel de Hungría, la cual, junto con san Luis, rey de Francia, es patrona de la Orden Franciscana Secular. Isabel de carácter alegre, dedicada a la oración y llena de caridad, cuidó de los enfermos y pobres, trabajando incansablemente para eliminar todas las injusticias que eran cometidas contra el pueblo.
El relato del evangelio de hoy, contado por San Lucas en el capítulo 19, versículos Del 1 al 10, se desarrolla en la entrada de Jesús en Jericó. Uno de los más bellos testimonios de una verdadera conversión y muy conocido por todos, narra el encuentro de Jesús con Zaqueo, considerado ‘pecador público’.
Aparentemente es Zaqueo, quien al enterarse que Jesús debía pasar por allí, va a su encuentro, porque quería conocerlo. Sin embargo el evangelio parece sugerir que es Jesús quien va al encuentro de Zaqueo, prototipo de todos los pecadores, para rescatarlo y atraerlo junto a él.
El relato de la conversión de Zaqueo lo narra solamente San Lucas, y quiere mostrar el valor que Jesús da a las personas que eran despreciadas, particularmente por las autoridades religiosas. En cierta forma, este hecho resume toda la actividad pública de Jesús.
Conviene señalar que los cobradores de impuestos, además de ser considerados “pecadores públicos”, eran doblemente mal vistos por los judíos. Primero, porque colaboraban con los dominadores romanos y en segundo lugar, porque se enriquecían ilegalmente, no defraudando al fisco, sino explotando al pueblo más pobre.
El hecho de que Jesús vaya a hospedarse en casa de Zaqueo genera reacciones diferentes: En los presentes causa escandalo: es preciso observar las normas de la pureza legal; en Zaqueo, desencadena la generosidad: devolverá cuatro veces más y repartirá la mitad del sobrante con los pobres; en Jesús, la misericordia: “hoy la salvación ha llegado a esta casa”.
Recuerda el Documento de Aparecida: “La conversión es la respuesta inicial de quién escuchó al Señor con admiración, cree en él por la acción del Espíritu Santo, decide ser su amigo e ir en pos de él, cambiando su forma de pensar y de vivir, aceptando la cruz de Cristo, sabiendo que morir al pecado es alcanzar la vida!” (DA n. 278b). Zaqueo nos enseña que quién encontró a Jesús, no permanece igual. El amor a Cristo exige una radical transformación personal, y es esa la invitación que nos hace el Evangelio de hoy.
