EVANGELIO DEL DÍA MARTES 20 DE SEPTIEMBRE DEL 2016

                 

  LUCAS 8,19-21: “En aquel tiempo, su madre y sus hermanos querían ver a Jesús, pero no podían llegar hasta él por el gentío que había. Alguien dio a Jesús este recado: «Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte.» Jesús respondió: «Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.»

 

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

 

Jesús dedicándose a la formación de sus discípulos, aborda el tema de la familia, de acuerdo con la narración de Lucas, capítulo 8, versículos 19 al 21. Estando Jesús rodeado por la multitud, su madre y sus hermanos vinieron a su encuentro. Sin embargo, debido a la multitud, no podían acercarse. Entonces alguien le comunicó: «Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte.» Él respondió: «Mi madre y mis hermanos son los que están aquí, que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica.»

Este hablar de Jesús tiene un contenido similar a varias otras apelaciones al desprendimiento general de la riqueza, de los bienes y de la propia familia, que aparecen a lo largo de los Evangelios. La unión con Jesús no se da por lazos de sangre o raza, sino por la unión al amor misericordioso del Padre que viene a liberar y traer vida nueva a todos los hombres y mujeres.

Esta narrativa, que encontramos también en los evangelios de Marcos y Mateo, tiene un alcance cultural y religioso en el ámbito de la tradición de Israel. No pretende cuestionar las relaciones afectivas dentro de la familia, pero tiene en vista la extinción de privilegios y exclusividad. La familia, en la  tradición de Israel, es el hilo conductor de los lazos consanguíneos que garantizan los privilegios del pueblo elegido y la tierra prometida, conforme a su antigua doctrina. Esta selectividad racial está asociada con una actitud excluyente hacia aquello que no pertenece a ella.

Jesús revela que la familia no se limita a los lazos consanguíneos tradicionales privilegiados. Lo que define las relaciones de intimidad con Jesús es hacer la voluntad de Dios. La familia de Jesús, superando los lazos consanguíneos, está formada por aquellos que hacen la voluntad del Padre. Más que por sus lazos de sangre con Jesús, María es bienaventurada por aceptar ser la madre del Hijo de Dios y asumir las consecuencias de la maternidad, cumpliendo la voluntad del Padre, integrándose a la gran familia divina » hágase en mí según tu palabra».

Superando los lazos consanguíneos, nos insertamos  en la familia de Jesús y al vivir el amor, el servicio, el compartir  y la misericordia, en comunión con nuestro prójimo. Pidamos a Dios todopoderoso para que vivamos en comunión con el amor misericordioso del Padre, a imitación de Jesús, que viene a liberarnos y a traernos vida plena a todos los hombres y mujeres del mundo. Amen.