
Mateo 7, 6. 12-14: “En aquel tiempo Jesús les dijo: No den lo que es santo a los perros, ni echen sus perlas a los cerdos, pues podrían pisotearlas y después se volverían contra ustedes para destrozarlos. Todo lo que ustedes desearían de los demás, háganlo con ellos: ahí está toda la Ley y los Profetas. Entren por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que conduce a la ruina, y son muchos los que pasan por él. Pero ¡qué angosta es la puerta y qué escabroso el camino que conduce a la salvación! y qué pocos son los que lo encuentran”.
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
Hoy celebramos la fiesta en honor a San Luis Gonzaga buen ejemplo: Joven de familia acomodada, renunció a los bienes para seguir a Jesús. Se dedicó a la caridad y a la oración, Se hizo jesuita, aspiró a la misión y al martirio. Se dedicó a los contagiados por la peste y murió a los 23 años, víctima de su caridad. El escogió la puerta estrecha.
A primera vista el Evangelio de hoy, que también está en el Sermón de la Montaña, en Mateo capítulo 7, versículos 6 y del 12 al 14, parece extraño. Sin embargo, podemos desmembrarlo en tres dichos diferentes, cada uno de ellos señalizando un aspecto importante de la vida cristiana. Veámoslo por partes:El texto inicia diciendo: “No den a los perros lo que es santo, ni tiren las perlas a los puercos, pues estos al pisotearlas se volverían contra ustedes y los destrozarían. Es una invitación a la prudencia, ya que cuando tratamos con las “cosas santas” es necesario discernimiento. Vale decir: Acoger la Palabra de Dios supone un corazón disponible.
Y continúa: “Todo aquello que quieran que los demás les hagan, háganlo ustedes a ellos, porque en esto consiste la Ley y los Profetas. El hombre se ama así mismo más que a cualquier otra cosa. Hacer al otro lo que queremos que hagan por nosotros, pasa a ser el principio de la caridad que se da sin límite, sin preocuparse en la retribución.
El texto concluye proponiendo: “Entren por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que conduce a la perdición […] Estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la Vida». Seguir el Evangelio y a Cristo es una opción que cada cristiano debe hacer. De ella depende nuestra vida eterna…
Como el evangelio de hoy trae tres relatos casi independientes, podemos decir que la clave de comprensión, la regla de oro de relación entre las personas está en el segundo enunciado: “Lo que quieren que los otros les hagan, háganlo ustedes antes, a ellos. Y también: Lo que no quieren que les hagan, no lo hagan a los demás…”.
Por la puerta estrecha entra quien quiere aprender la lección de amor. La puerta ancha y el camino espacioso es el del egoísmo que todo quiere para sí y a todos quiere dominar. Si los cristianos fuéramos coherentes con el Evangelio y nos dejáramos interpelar por la Palabra de Dios, el mundo sería mejor.
Como cristianos necesitamos tomar la cruz y esforzarnos también nosotros, para entrar por la puerta estrecha, la puerta de la vida. Pidamos a Dios que nos bendiga y nos guarde, y que nos dé el coraje para cambiar lo que se puede cambiar, la fuerza y la resistencia para soportar lo que no puede ser cambiado. Y sobre todo nos dé la sabiduría para distinguir una cosa de la otra. Amén.
