Mateo 23, 23-26: “En aquel tiempo, Jesús dijo a los escribas y fariseos: ¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes pagan el diezmo hasta sobre la menta, el anís y el comino, pero no cumplen la Ley en lo que realmente tiene peso: la justicia, la misericordia y la fe. Ahí está lo que ustedes debían poner por obra, sin descartar lo otro. ¡Guías ciegos! Ustedes cuelan un mosquito, pero se tragan un camello. ¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes purifican el exterior del plato y de la copa, después que la llenaron de robos y violencias. ¡Fariseo ciego! Purifica primero lo que está dentro, y después purificarás también el exterior”.
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
El evangelio de hoy tomado de Mateo, capítulo 23 versículos 23 al 26 contemplamos a Jesús condenando actitudes incompatibles con un vivir digno no solamente cristiano sino también humano. Cuando habla de los fariseos y los hipócritas Jesús, viene a confirmar que la sinceridad, la honradez, la lealtad, la nobleza, son virtudes queridas por Dios y también muy apreciadas por los hombres. Para no caer, pues, en la hipocresía tenemos que ser muy sinceros. Primero con Dios porque quiere que seamos limpios de corazón que deteste la mentira, por ser Él la verdad absoluta. Segundo conmigo mismo para no ser yo el primer engañado.
Las palabras de Jesús deben servir de advertencia para los discípulos de todos los tiempos, ya que siempre estamos expuestos a reincidir en los vicios que el evangelio de hoy se condena más severamente. El hipócrita, como tipo humano, queda desenmascarado.
Jesús respetó la ley. Más aún, vino a darle todo su sentido y plenitud. Pero ridiculizó su concepción e interpretación farisaica. La crítica de Jesús al legalismo no va dirigida contra la ley, sino contra aquellos que, amparándose en ella, quieren burlar sus profundas exigencias. Oigamos a san Pablo cuando nos dice: Por lo demás, hermanos, todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo eso ténganlo en cuenta. Todo cuanto han aprendido y recibido y oído y visto en mí, pónganlo por obra y el Dios de la paz estará con ustedes.
La invitación es a cambiar interiormente, para que realmente aflore en nosotros el amor, la misericordia, la justicia, la bondad y la fe. Lo que hacemos y decimos, la forma en que vivimos, debe ser un reflejo de nuestro mundo interior. Esto es lo que normalmente llamamos ser consecuente.
La nueva comunidad no debe comportarse como los fariseos, sino desde la autenticidad. Esto es lo que quiere dejar claro Mateo. El mensaje central de Jesús, consiste en abandonar todo intento de superioridad y entrar en una dinámica de servicio incondicional a los demás. “lo mismo que el Hijo de hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos”.
Pidámosle a Dios para que hoy nuestros corazones pueden cantar felices y agradecidos por todos los favores que recibimos de parte de Dios, y que su Espíritu Santo de amor, de paz, nos enseñe a ser auténticos y coherentes con nuestra fe para llegar a ser benevolentes, llenos siempre de comprensión con todas las personas que encontremos en nuestro caminar. Amen.