EVANGELIO DEL DÍA MARTES 23 DE MAYO DEL 2016

 

     Juan 16, 5-11: “En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: pero ahora me voy donde Aquel que me envió, y ninguno de ustedes me pregunta adónde voy. Se han llenado de tristeza al oír lo que les dije, pero es verdad lo que les digo: les conviene que yo me vaya, porque mientras yo no me vaya, el Protector no vendrá a ustedes. Yo me voy, y es para enviárselo. Cuando venga él, rebatirá al mundo en lo que toca al pecado, al camino de justicia y al juicio.  ¿Qué pecado? Que no creyeron en mí.  ¿Qué camino de justicia? Mi partida hacia el Padre mientras ustedes ya no me vean. ¿Qué juicio? El del gobernador de este mundo: ya ha sido condenado”.

 

  Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

El Evangelio de hoy está tomado de Juan capítulo 16, versos 5 al 11. El texto es una lectura continuada de la sección de los discursos de despedida presente en el Evangelio según San Juan, La ausencia física produce desconcierto y tristeza en sus discípulos. Pero esa ausencia es la condición para que se produzca una nueva presencia del Señor en medio de los suyos, que se caracteriza por la acción del Paráclito, término que designa al Espíritu Santo como defensor y consolador de los creyentes. Cuando venga el Paráclito ejercerá una función de denuncia y acusación.

Dejará en claro que el mundo alno creer en Jesús, se encuentra en una situación de pecado; hará justicia a Jesús, aparentemente ausente, pero en realidad glorificado junto al Padre. Y finalmente demostrará que en la cruz de Cristo se ha derrotado para siempre los poderes malignos de este mundo.

Quizás hoy más que nunca los cristianos necesitamos que el Espíritu nos fortalezca para poder hacerle frente al egoísmo y a tantos “istmos” presente en nuestras comunidades y en nuestro propio ser, que no nos permiten ver a los otros como prójimos, sino más bien como barreras. De allí la necesidad de pedir el auxilio del Paráclito, y no actuar según la mentalidad del mundo, y asumir la experiencia de la cruz no como un fracaso, sino como una donación de amor sin límites.

Pidámosle encarecidamente a Dios Trino y Uno la gracia para poder disfrutar de sus orientaciones, y que en medio de todas estas calamidades por la que está atravesando nuestra sociedad venezolana, podamos encontrar sosiego y rumbo para el reencuentro ciudadano. Amen.