Lucas 21,5-11: “En aquel tiempo, como algunos estaban hablando del Templo, con sus hermosas piedras y los adornos que le habían sido regalados, Jesús les dijo: «Mírenlo bien, porque llegarán días en que todo eso será arrasado y no quedará piedra sobre piedra.» Le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederá eso, y qué señales habrá antes de que ocurran esas cosas?» Jesús contestó: «Estén sobre aviso y no se dejen engañar; porque muchos usurparán mi nombre y dirán: Yo soy el Mesías, el tiempo está cerca. No los sigan. No se asusten si oyen hablar de guerras y disturbios, porque estas cosas tienen que ocurrir primero, pero el fin no llegará tan de inmediato.» Entonces Jesús les dijo: «Se levantará una nación contra otra y un reino contra otro. Habrá grandes terremotos, pestes y hambre en diversos lugares. Se verán también cosas espantosas y señales terribles en el cielo”.
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
La Iglesia Universal, celebra hoy la fiesta, en honor a nuestra querida Madre María, bajo la advocación de la Medalla de la Milagrosa, que el 27 de noviembre de 1830, se apareció a Santa Catalina Labouré, humilde religiosa vicentina. La cual se le apareció de esta manera: La Virgen venía vestida de blanco. Junto a Ella había un globo luciente sobre el cual estaba la cruz. Nuestra Señora abrió sus manos y de sus dedos fulgentes salieron rayos luminosos que descendieron hacia la tierra.
Y la liturgia diaria nos presenta el Evangelio de JESUCRISTO, Según San Lucas capítulo 21, versos del 5 al 11, en el que se presenta un discurso apocalíptico de JESÚS, en respuesta a los elogios que algunos de los presentes hacían sobre la majestuosidad del Templo. Por lo cual el Maestro anuncia que todo ese esplendor desaparecerá, y surge la pregunta espontánea y curiosa, sobre el cuándo sucedería eso, se amplía el horizonte en este misterioso género literario que trata de explicar el sentido arcano de la historia humana.
Y es que para los cristianos de las primeras comunidades, la destrucción del Templo estaba estrechamente entrelazada con el retorno glorioso de Cristo, es decir la esperada Parusía, para lo cual no hay fecha fija. JESÚS distingue su segunda venida, de todos los acontecimientos que le precederán: persecuciones, guerras, cataclismos, destrucciones, etc. En una palabra el sesgo de la trayectoria humana, indescriptible, pero guiada siempre por el designio de Dios.
Oportuno es destacar que de acuerdo a las informaciones bíblicas y extra bíblicas, la reconstrucción del Templo de Jerusalén tardó más de ochenta años, durante el cual se invirtieron una gran suma de recursos económicos. Ya que para poder hacer una obra de esa envergadura, que pudiera competir con los templos griegos y las edificaciones romanas, se sometió a la población a una fuerte tributación. Por lo que se calcula que un campesino de aquella época pagaba en impuesto más de la mitad de lo que ganaba.
La belleza y la grandeza del Templo, junto a los grandes tesoros depositados en el arrancaban las exclamaciones y admiraciones de los judíos y de los extranjeros, por lo que se necesitaban como dos horas para poder recorrerlo y admirarlo con detenimiento. Sin saber que detrás de esta maravilla arquitectónica se escondía la violencia, y la opresión de una clase dirigente que utilizado la buena fe del pueblo lo habían sometido a estos vejámenes.
Al confrontarnos con el texto nos retratamos en esas dos realidades: por un lado vemos como una clase dirigente somete a un pueblo a la más terrible de las incertidumbres y de los desequilibrios social, económico y político, y que a diferencia de las clases dirigentes del pasado no lo somete a nombre del culto a Dios, sino al culto de los dioses de un patriotismos sesgado y exacerbado.
La otra evocación que nos genera el texto es la ver destruido no solo el aparato productivo de nuestro país, sino también el de ver en una total destrucción a casi todas las instituciones del estado, donde pocos saben quiénes son los que verdaderamente mandan, pero todos estamos claros que estamos sometidos a los vaivenes de las decisiones de “los ensayo y error” de planificaciones improvisadas.
Por eso es que tal como los cristianos de ayer, los de hoy nos seguimos preguntando: ¿y cuando vendrá nuevamente JESÚS, para restablecer la justicia y la paz en la tierra? Sin darnos cuenta que Él está en nuestros corazones, en medio de la comunidad, en la Eucaristía y en la Sagrada Escritura, para darnos la fuerza necesaria y asumir con valentía la defensa de nuestra dignidad humana y la defensa de nuestros valores morales y espirituales que dan fundamento al gentilicio histórico, de nuestra sociedad venezolana.
Señor JESÚS, danos la suficiente esperanza y amor para no dejarnos dominar por miedo alguno, ya que Tú eres más grande que todas las amenazas que nos asechan y que por muy grandes que sean, si te tenemos a Ti, nunca podrán dominarnos. Amen.