Lucas 9, 51-56: “En aquellos días, como ya se acercaba el tiempo en que sería llevado al cielo, Jesús emprendió resueltamente el camino a Jerusalén. Envió mensajeros delante de él, que fueron y entraron en un pueblo samaritano para prepararle alojamiento. Pero los samaritanos no lo quisieron recibir, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto sus discípulos Santiago y Juan, le dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que los consuma?» Pero Jesús se volvió y los reprendió. Y continuaron el camino hacia otra aldea”.
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
En el Evangelio de hoy, capítulo 9, versículos 51-56, Lucas comienza la narración de Jesús camino de Galilea a Jerusalén. Jesús toma la firme decisión de dirigirse al centro del judaísmo, Jerusalén y el Templo, para desde allí hacer su anuncio liberador en confrontación directa con el sistema del poder religioso del lugar
Durante el viaje, mientras se acercaban a una aldea de samaritanos, Jesús envió mensajeros delante de Él para preparar su hospedaje. Sin embargo, los samaritanos, sabiendo que el grupo iba a Jerusalén, no los querían recibir. Entonces los discípulos Santiago y Juan, dijeron: «Señor, ¿hacemos que caiga fuego del cielo para destruirlos?». Jesús les reprendió fuertemente, y se fue a otro pueblo.
Eran muchos los peregrinos judíos se dirigían a la fiesta de la Pascua en Jerusalén y los samaritanos eran discriminados por ellos. La negativa de los samaritanos para recibir al grupo de Jesús, es debido a esta discriminación que sufrían por parte del judaísmo. Sin embargo, Jesús no se encajaba en este tipo de procedimiento.
La propuesta de los discípulos, de enviar fuego del cielo para destruir el pueblo de los Samaritanos, manifiesta su mentalidad de discriminación, bajo la influencia de la ideología de la elección y del poder del judaísmo.
La reacción de los discípulos, inclinada a pedir fuego del cielo para destruir los samaritanos, es una consecuencia de la concepción de Dios en el Antiguo Testamento, el cual, al igual que en la historia del profeta Elías, envía fuego del cielo para destruir a los que son diferentes del pueblo de Israel.
Los discípulos fueron reprehendidos por Jesús, quien, a lo largo de su vida, fue testimonio del amor misericordioso, que es característica del Reino de Dios. Los discípulos van madurando lentamente en la comprensión de la revelación, hasta llegar a la madurez del amor pleno.
Jesús nos llama y nos envía a ser testimonio en el mundo de la Palabra que da vida y libera. Siguiendo los pasos de Jesús somos también testimonios del amor de Dios que acoge a todos en su inmensa misericordia. Pidamos a Dios que por su bondad, de Padre bueno revelado en Jesús, nos llame a todos a la conversión, y a la vida plena de su amor misericordioso. Amen.