
Lucas 14, 15-24: “En aquel tiempo, uno de los invitados le dijo a Jesús: «Feliz el que tome parte en el banquete del Reino de Dios.» Jesús respondió: «Un hombre dio un gran banquete e invitó a mucha gente. A la hora de la comida envió a un sirviente a decir a los invitados: «Vengan, que ya está todo listo.» Pero todos por igual comenzaron a disculparse. El primero dijo: «Acabo de comprar un campo y tengo que ir a verlo; te ruego que me disculpes.» Otro dijo: «He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego que me disculpes.» Y otro dijo: «Acabo de casarme y por lo tanto no puedo ir.» Al regresar, el sirviente se lo contó a su patrón, que se enojó. Pero dijo al sirviente: «Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad y trae para acá a los pobres, a los inválidos, a los ciegos y a los cojos.» Volvió el sirviente y dijo: «Señor, se hizo lo que mandaste y todavía queda lugar.» El patrón entonces dijo al sirviente: «Vete por los caminos y por los límites de las propiedades y obliga a la gente a entrar hasta que se llene mi casa. En cuanto a esos señores que había invitado, yo les aseguro que ninguno de ellos probará mi banquete”
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
La Iglesia Universal, celebra hoy la fiesta, entre otros santos, en honor a San Severo, La tradición cuenta que nació en Barcelona, y que era el Obispo de la ciudad durante la persecución de Diocleciano. Frente a esa circunstancia Severo, inducido por los fieles, huyó a Castrum Octavianum, donde después se levantó San Cugat del Vallés. Allí, fue detenido por un destacamento romano y martirizado clavándole un clavo en la cabeza. El hecho se sitúa el 6 de noviembre de 302, ya que en esta fecha se fijó la festividad litúrgica.
Y la liturgia diaria nos presenta el Evangelio de JESUCRISTO, Según San Lucas capítulo 14, versos del 15 al 24, en el que se sigue comparando el Reino de los Cielos, como un gran banquete. En el texto JESÚS, nos dice que nadie puede acceder al banquete sin la invitación de Dios, que es quien invita a mucha gente. Pero hay quienes esgrimen excusas a la urgencia Evangélica, prefiriendo otros valores. Ante la negativa de los invitados, se produce un viraje en la situación, el dueño de la fiesta se molesta por el rechazo, pero en vez de cerrar las puertas, las abre de par en par y son los excluidos por la sociedad: harapientos, ciegos y lisiados, quienes van a gozar del gran festín.
Se nos dicen los motivos por los que los invitados no responden al llamado del Señor cuando los llama a entrar en un mundo solidario junto con Él. Varias son las excusas: compré campos, acabo de casarme, etc. Sin lugar a dudas que los primeros invitados no le prestan atención al acontecimiento, por la simple razón de que las preocupaciones derivadas de sus bienes, de sus trabajos y de sus familias, acaparan todas sus fuerzas y lo que le queda es un interés residual para dedicarse a otras actividades que aunque sean importante en el plano religioso, carecen de significado en el plano pragmático.
Hoy podemos decir que todas esas razones son buenas, por supuesto, pero de este modo los intereses económicos de la familia paralizan nuestros compromisos comunitarios y nos dejan a la puerta del banquete de la vida. Y es que para participar en la fiesta eterna es necesario responder hoy al llamado de Dios que nos invita a construir un mundo más fraterno. Porque no comerá con los demás, en el Reino de Dios, el que se desliga hoy de sus hermanos.
El desafío que nos lanza JESÚS, es para que nos demos cuenta en primer término de que para Dios todos somos importantes y todos somos invitados y en segundo lugar para que nosotros tomemos decididamente la misión de ser propagadores de la Buena Noticia de Dios en el mundo. Por eso nos dice trae para acá a los pobres, oblígalos a entrar a mi Iglesia, oblígalos también a ocupar en la sociedad el lugar que les corresponde.
Y es que para mantener en el mundo las aspiraciones por la paz y la justicia, para despertar la conciencia de esos «buenos» que son demasiado cómodos, Dios cuenta con los pobres y los marginados, ya que mirándonos en esos espejos es como puede producirse un viraje en nuestra conciencia para tomar la desición correcta de ser instrumentos precisos en la construcción de un mundo más humano y solidario.
Señor JESÚS, haznos capaces de abrirnos a la Buena Noticia de Tu presencia en el mundo, para que no nos cerremos en nuestros egoísmos y comodidades, y podamos ir al encuentro de la inmensa mayoría de nuestros semejante que están sedientos de Tu justicia y de Tu paz. Amen.
