EVANGELIO DEL DÍA MARTES 7 DE FEBRERO DEL 2016

 

Marco 7, 1-13: “En aquel tiempo, Los fariseos se juntaron en torno a Jesús, y con ellos había algunos maestros de la Ley llegados de Jerusalén. Esta gente se fijó en que algunos de los discípulos de Jesús tomaban su comida con manos impuras, es decir, sin habérselas lavado antes. Porque los fariseos, al igual que el resto de los judíos, están aferrados a la tradición de sus mayores, y no comen nunca sin haberse lavado cuidadosamente las manos. Tampoco comen nada al volver del mercado sin antes cumplir con estas purificaciones. Y son muchas las tradiciones que deben observar, como la purificación de vasos, jarras y bandejas. Por eso los fariseos y maestros de la Ley le preguntaron: « ¿Por qué tus discípulos no respetan la tradición de los ancianos, sino que comen con manos impuras?» Jesús les contestó: «¡Qué bien salvan ustedes las apariencias! Con justa razón profetizó de ustedes Isaías cuando escribía: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me rinden de nada sirve; las doctrinas que enseñan no son más que mandatos de hombres. Ustedes descuidan el mandamiento de Dios por aferrarse a tradiciones de hombres.» Y Jesús añadió: «Ustedes dejan tranquilamente a un lado el mandato de Dios para imponer su propia tradición. Así, por ejemplo, Moisés dijo: Cumple tus deberes con tu padre y con tu madre, y también: El que maldiga a su padre o a su madre es reo de muerte. En cambio, según ustedes, alguien puede decir a su padre o a su madre: «Lo que podías esperar de mí es «consagrado», ya lo tengo reservado para el Templo.» Y ustedes ya no dejan que esa persona ayude a sus padres. De este modo anulan la Palabra de Dios con una tradición que se transmiten, pero que es de ustedes. Y ustedes hacen además otras muchas cosas parecidas a éstas.»

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

En la liturgia de hoy, el Evangelio de Marcos, capítulo 7, versículos del 1 al 13, tenemos otra narración, de los frecuentes conflictos que se suscitaban entre Jesús y los líderes religiosos de Israel. El texto de Marcos explícita muy bien que la causa del conflicto con Jesús es la inobservancia de las tradiciones de la Ley. Jesús desde el comienzo de su ministerio, vivía en comunicación y en contacto con las multitudes Estas multitudes estaban constituidas de personas excluidas, empobrecidas y explotadas por el sistema socio-religioso basado en el templo de Jerusalén.

Algunos escribas y fariseos fueron enviados desde Jerusalén para espiar y acusar a Jesús. Al ver que algunos discípulos de Jesús comían sin practicar el ritual de lavarse las manos, los escribas y fariseos cuestionan a Jesús. En respuesta, Jesús les hace una crítica a las propias tradiciones de la Ley. Con su doctrina llegaban a afirmar que un hijo adulto estaba exento de proporcionar ayuda a sus padres desde que transformara la ayuda en Corbán, es decir, ofrenda al templo. Y en realidad, estas ofrendas se convertirían en propiedad de los sacerdotes.

Estos líderes religiosos ponían la tradición y la ley por encima del amor que Jesús vino a comunicar al mundo. El poder religioso, al usar la ley como una referencia absoluta e instrumento de dominación, elimina a Dios del convivir con las personas oprimidas. En Jesús, Dios se revela como el amor y se hace presente entre los pobres y excluidos. El Evangelio de Jesús nos revela el rostro del Dios de amor.

En Jesús, Dios nos comunica su amor, que acoge a todos, en la fraternidad, la justicia y la paz, dejando toda opresión y exclusión. En cuanto al dios de poder que está por encima de todos y distante de todos, el Dios de amor está presente en nuestras vidas, en comunión con todos. Pidámosle a Dios que la práctica del amor que se nos ha revelado por Jesús, permita que nuestras vidas transcurran en paz y armonía. Amen.