EVANGELIO DEL DÍA MIERCOLES 1 DE JUNIO DEL 2016

               

Marcos 12, 18-27: “En aquel tiempo se presentaron algunos saduceos. Esta gente defiende que no hay resurrección de los muertos, y por eso le preguntaron:  «Maestro, según la ley de Moisés, si un hombre muere antes que su esposa sin tener hijos, su hermano debe casarse con la viuda para darle un hijo, que será el heredero del difunto. Pues bien, había siete hermanos: el mayor se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda, y murió también sin dejar herederos, y así el tercero. Y pasó lo mismo con los siete hermanos. Después de todos ellos murió también la mujer. En el día de la resurrección, si han de resucitar, ¿de cuál de ellos será esposa? Pues los siete la tuvieron como esposa.» Jesús les contestó: «Ustedes están equivocados; a lo mejor no entienden la Escritura, y tampoco el poder de Dios. Pues cuando resuciten de la muerte, ya no se casarán hombres y mujeres, sino que serán en el cielo como los ángeles. Y en cuanto a saber si los muertos resucitan, ¿no han leído en el libro de Moisés, en el capítulo de la zarza, cómo Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob?  Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos. Ustedes están muy equivocados.»

 

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

 

Iniciamos hoy, el mes de junio. A todos les deseamos mucha Paz y bendiciones para todos los días de este nuevo mes. Marcado por santos muy queridos y populares. En la fiesta de hoy celebramos la memoria de san Justino, mártir del siglo segundo y gran apologeta, defensor de la fe cristiana, quien nos dejó una excelente síntesis doctrinal y ricas informaciones sobre los ritos y la forma de administrar los sacramentos en la Iglesia primitiva. En la liturgia leeremos a San Marcos, capítulo 12, versículos del 18 al 27.

Presentando el tema del levirato, en el que el hermano debe garantizar descendencia al hermano que muere sin dejar hijos, un grupo de saduceos le arman a Jesús una trampa. Dando el ejemplo de una mujer que se casó con siete Hermanos y que murieron todos sin dejar hijos. Le preguntan: “En la resurrección, si es que hay resurrección de los muertos ¿de cuál de ellos será esposa?”.

Los saduceos no creen en la resurrección. Entonces Jesús explica abiertamente; la resurrección y la vida eterna. Por eso, ellos no cuestionan la ley del levirato, sino que quieren que Jesús explique y  compruebe su doctrina sobre la resurrección de los muertos.

Y Jesús responde en dos momentos. Primero, cuestiona la capacidad de ellos de interpretar las Escrituras: “Acaso no están equivocados, porque no comprenden las Escrituras ni el poder de Dios. Cuando resuciten los muertos, los hombres y las mujeres no se casarán; serán como ángeles en el cielo”.

Después añade: “En cuanto a la resurrección de los muertos, no leyeron en el libro de Moisés, en el pasaje de la zarza ardiente como Dios le habló a Moises y le dijo: Yo soy el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob! Dios de vivos y no de muertos. Están equivocados”.

Los saduceos creían en la vida futura y pensaban que el mundo futuro sería apenas continuación del mundo presente. Pero no es así, no vamos simplemente a abrir los ojos y volver a vivir como vivíamos… Es necesario comprender las Escrituras y el poder de Dios!

Hablando del misterio de la muerte dice el Vaticano II: “Dios llamó y llama al hombre para que en una perpetua asociación de incorruptible vida divina, se adhiera a Él con toda su naturaleza. Y esa victoria la consiguió Cristo resucitando a la vida y liberando al hombre de la muerte con su propia muerte”.  (GS n. 18).

Es en la fe de la Resurrección, que podemos caminar sin miedo frente a las dificultades de cada día. Pidamos al Espíritu Santo el discernimiento necesario para entender estos misterios y aplicarlos de manera decidida con nuestro testimonio de vida al servicio de los demás. Amen.