EVANGELIO DEL DÍA MIERCOLES 13 DE ABRIL DEL 2016

JUAN 6, 35-40: “En aquel tiempo Jesús dijo a la multitud: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre y el que cree en mí nunca tendrá sed. Sin embargo, como ya les dije, ustedes se niegan a creer aun después de haber visto. Todo lo que el Padre me ha dado vendrá a mí, y yo no rechazaré al que venga a mí, porque yo he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Y la voluntad del que me ha enviado es que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el último día. Sí, ésta es la decisión de mi Padre: toda persona que al contemplar al Hijo crea en él, tendrá vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día”.

                                 

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

 

Continuamos con el discurso del “Pan de Vida”. Hoy retomamos el versículo 35 y llegamos hasta el 40 del capítulo 6 de Juan. Insistentemente Jesús repite: “Yo soy el Pan de Vida. Quien viene a mí nunca más tendrá hambre, y quien cree en mí nunca más tendrá sed”. Sin embargo, ese pan tiene que ser buscado. Es necesario ir hacia Él.

Hay un largo camino por recorrer y un profundo proceso de transformación interior que nos debe llevar a conformarnos enteramente con aquel que comulgamos, hasta poder decir como San Pablo: “Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí”.

Dice Jesús: “Todo aquel que el Padre me da, vendrá a mí y aquel que viene a mí, no quedara fuera…” (v. 37). Aquel que va a Jesús se hace su discípulo y deberá ser como el Maestro, tomar su cruz cada día y seguirlo para llegar con El, a la gloria.

Jesús desarrolla el tema de la fe y del discipulado como comunión con su persona. Por eso el mismo se presenta como Pan de Vida enviado por el Padre. Pero también dice que creer “es ver al Hijo” y reconocer sus relaciones con el Padre, expresadas en su obediencia y sumisión: “Jesús dice, yo he venido no para hacer mi voluntad, sino la voluntad de aquel que me envió. […] Esta es la voluntad del Padre que me envió: que todo aquel que ve al Hijo y cree en él, tenga la vida eterna; y yo lo resucitare en el último día”.

A pesar de que muchas veces el hombre rechaza la salvación, Dios continua insistiendo en quererlo salvar. Jesús también muestra esa contradicción: “Ustedes me ven, pero no creen”. Pero también muestra que el resultado final para aquel que tiene fe en el Hijo será la resurrección y la vida eterna. Enseña el Concilio en la Constitución conciliar Dei Verbum: “Por eso quien ve a Jesús ve también al Padre, especialmente en su  muerte y resurrección […] se confirma con el testimonio divino que Dios está con nosotros para liberarnos de las tinieblas del pecado y de la muerte y para resucitarnos a la vida eterna” (Dei Verbum, n.4).

Como Pueblo de Dios, estamos invitados a “amar al Señor, creer en su Hijo Jesús y andar por sus caminos hasta llegar a la vida eterna”. Y así  saber que Dios nos ama con un amor infinito y misericordioso. Nos alimenta con el Pan de su Palabra y con el Cuerpo y Sangre de su Hijo Jesús, entregado por nosotros para que alcancemos la vida eterna.  Por todo eso gracias Señor, gracias.