Juan 12,44-50: “En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
La Iglesia universal, celebra hoy, la fiesta entre otros santos en honor a San Isidro labrador, nacido en el Mayrit musulmán fue un labrador mozárabe que estuvo posiblemente al servicio de la familia Vargas y de otros tantos señores terratenientes como Francisco Vera. Pese a que aún no estuviese santificado, los madrileños le rendían un culto desde el siglo XII que iba incrementándose rápidamente en siglos posteriores. Por ello, las autoridades eclesiásticas, municipales, la aristocracia madrileña y la corona real española lideraron su proceso de canonización en el siglo XVI.Fue beatificado por el papa Paulo V el 14 de junio de 1619, y el 12 de marzo de 1622 canonizado por Gregorio XV, junto a san Felipe Neri, santa Teresa de Jesús, san Ignacio de Loyola y san Francisco Javier.
Y la liturgia del día nos presenta el Evangelio de Jesucristo, según San Juan, capítulo12, verso44 al verso50, en el que el Evangelista hace un resumen del libro de las señales y nos coloca ante el alcance de la misión de Cristo. «Yo soy la Vid», dice el Señor. Vid plantada por el Padre, vid cuajada de sarmientos humanos. Vid que se mantiene anclada a la tierra para que los sarmientos reciban el agua del cielo. Vid que permanece invariable en la tierra de los hombres para que los hombres permanezcamos unidos a los cuidados del Labrador. En esta doble permanencia surge la Vida y sus frutos.
Para el evangelista Juan, permanecer es creer y creer es vivir: «así seréis discípulos míos» y «daréis fruto abundante». Quizá por eso es este uno de sus verbos más queridos. Permanecer indica a la vez estabilidad y proceso, donación y recepción, gratuidad y requerimiento. Es un viaje del corazón de Dios al corazón del hombre y viceversa. El primero en emprender este movimiento es Dios mismo, que planta a su Hijo en medio del mundo. Y una vez que Dios ha tomado carne humana,permanece hombre entre los hombres por toda la eternidad.
Al confrontarnos con el texto, podemos entender de una mejor manera la paradoja de que, creer en Jesús es realidad creer en el Padre que lo ha enviado, por lo que ver a Jesús es ver al PADRE que lo ha enviado. Es la paradoja de la fe. A Dios nadie lo ha visto nunca (Jn 1,18), pero la fe en JESÚS nos permite ver a Dios, sin verlo, pero verlo realmente, como fuente de amor y de vida. Y es que, la fe supone un ver más allá del ver físico de los ojos del cuerpo. Es el ver contemplativo que nace cuando nos dejamos iluminar por la Palabra de JESÚS y somos liberados de las tinieblas de la incredulidad, que nos separa de Dios y no nos permite ver a Dios y nos priva de la vida verdadera, para entrar en goce definitivo de la vida eterna.
Por eso es muy necesario que cada comunidad cristiana por grande o pequeña que sea instrumente programas y encuentros para cuidar con esmero la formación de sus integrantes a fin de que cada hermano y de acuerdo a sus dones otorgado puedan ser partícipes de la luz de Cristo. Porque ¿Cómo permanecer unidos al Señor cuando unos sarmientos se enredan con otros, cuando el fruto discurre por caminos insospechados? Es entonces cuando la fe y la vida se aquilatan y se entiende que, permanecer en JESÚS sigue siendo siempre el camino, el horizonte, la única alternativa válida para los que se encuentran desesperanzados.
Señor JESÚS, ilumina nuestras vidas con Tu Palabra y concédenos la Gracia de la contemplación para verte en todos los acontecimientos de nuestras vidas personales y comunitarias, por muy malos que nos parezcan. Amén.