Marco 16, 15-18: “En aquel tiempo, se apareció Jesús a los once y les dijo: «Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se niegue a creer se condenará. Estas señales acompañarán a los que crean: en mi Nombre echarán demonios y hablarán nuevas lenguas; tomarán con sus manos serpientes y, si beben algún veneno, no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y quedarán sanos.»
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
En la liturgia de hoy celebramos, la fiesta de la conversión del Apóstol San Pablo. Su nombre de nacimiento era Saulo, que es la forma griega del nombre hebreo Saúl. Pablo, de origen judío, nació en Tarso. En su juventud fue discípulo de Gamaliel en el estudio de los libros sagrados del judaísmo. No conoció personalmente, a Jesús, pero estaba presente en el momento en que el diácono Esteban fue apedreado por los judíos. Su celo extremo por la ley lo llevó a perseguir a los seguidores de Jesús.
Delante del testimonio de fe hasta el martirio, que daban los discípulos Pablo se agita en sus convicciones rígidas, pasando por un proceso de conversión, donde Jesús resucitado se identifica con los discípulos perseguidos. «¿Quién eres Señor?». «Yo soy Jesús a quien tú persigues.» Después de la conversión, Pablo se retira aproximadamente por ocho años a su ciudad natal. En este periodo vuelve a leer el Antiguo Testamento a la luz de la novedad de Jesús. La teología de Pablo se centra en la muerte y resurrección de Jesús, recibiendo el título de Cristo en la perspectiva de la tradición del judaísmo mesiánico de su tiempo. En su primer viaje misionero lleva el cambio de nombre de Saulo a Pablo, en la forma latina, por ocasión de la conversión del cónsul romano de Chipre, Sergio Paulo.
El texto del Evangelio de hoy, San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 18, que es un anexo tardío a este Evangelio, menciona las señales que acompañaran a los que creen, uno de lo siguiente: Si agarran serpientes en las manos, no les harán daño. Este texto contempla la tradición de que una serpiente se le enredó de la mano de Pablo en Chipre, y no le hizo daño, debido al inmenso celo misionero de Pablo, la tradición cristiana fue fuertemente marcada por la doctrina paulina. Pablo se coloca al lado de Pedro, dando a ambos un destaque mayor que a los otros apóstoles.
Pidámosle a Dios para que la presencia de Jesús en nuestras vidas, en sencillez y amor, sea fuente de esperanza y del compromiso en construir el Reino de Dios, y que la fe en Jesús nos conduzca por el camino de la verdad y de la vida al encuentro de Dios Padre. Amen.