EVANGELIO DEL DÍA MIERCOLES 27 DE ABRIL DEL 2016

Juan 15, 1- 8: “En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador. Toda rama que no da fruto en mí, la corta. Y toda rama que da fruto, la limpia para que dé más fruto. Ustedes ya están limpios gracias a la palabra que les he anunciado, pero permanezcan en mí como yo en ustedes. Una rama no puede producir fruto por sí misma si no permanece unida a la vid; tampoco ustedes pueden producir fruto si no permanecen en mí. Yo soy la vid y ustedes las ramas. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, pero sin mí, no pueden hacer nada. El que no permanece en mí lo tiran y se seca; como a las ramas, que las amontonan, se echan al fuego y se queman. Mientras ustedes permanezcan en mí y mis palabras permanezcan en ustedes, pidan lo que quieran y lo conseguirán. Mi Padre es glorificado cuando ustedes producen abundantes frutos: entonces pasan a ser discípulos míos”.

           

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

 

El evangelio de hoy,  lo encontramos al inicio del capítulo 15 de Juan, Jesús se presenta como la ‘Verdadera Viña’ y nos hace una invitación: “Permaneced en mí y yo permaneceré en vosotros”. Porque, sin mí no pueden dar frutos solo da frutos, aquel que permanece unido al tronco que es Cristo. En el Antiguo Testamento era común comparar la viña con el pueblo de Israel. Y muchos textos muestran el extremo cariño de Yahvé-Dios para con su viña.  En este texto Jesús usa la figura de la “vid” Yo soy la vid  “verdadera” y usa las ramas para ilustrar la relación vital que existe entre Él y sus seguidores. Sus discípulos solo pueden producir frutos si están unidos a El: “Sin mi nada pueden hacer”. Todo ramo que se separa del tronco será arrojado fuera y será quemado.

El texto tiene una estructura que nos ayuda a comprenderlo mejor. Jesús se revela como la “Verdadera Vid” en la relación con el Padre que ese agricultor. Ya en relación a los discípulos queda claro que  Él es la viña y ellos los sarmientos. El producir muchos frutos depende de la acción del Padre y de la colaboración de los discípulos.

Jesús se sirve además de la imagen de la viña para mostrar la comunicación y la circulación de la vida divina que existe entre Él y aquellos que en el creen. Podemos formar una imagen de un Cristo “viña de la vida”, en paralelo al de Cristo “pan de la vida”.

La imagen adquiere un sabor genuinamente eucarístico, porque la íntima unión  con Cristo, la vid verdadera, se inicia con la fe, y nos lleva a su plenitud en la Eucaristía. Permaneciendo unidos a Cristo, El producirá muchos frutos en nosotros.

La relación entre la vid y las ramas sugiere una unión vital. Los ramos no son algo aparte. La vid existe con las ramas. Los pueden arrancar o podar, pero siguen siendo parte integrante de la vid. Así es Jesús con los fieles: brotan del Él, permanecen unidos a Él, y de Él reciben la sabia vital.

Dice el Catecismo: Jesús habla de una comunión  todavía más íntima entre Él y los que le siguen: “Permaneced en mí, como yo permanezco en vosotros” […] Y anuncia una comunión misteriosa entre su propio cuerpo y el nuestro: “Quien come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él” (cf. CIC n. 755).

Pidamos con suprema humildad, que se haga realidad lo que nuestro Señor nos ha prometido “Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y os será dado” (Jn.15, 7). Y así demos frutos en abundancia. Amen.