EVANGELIO DEL DÍA MIERCOLES 28 DE DICIEMBRE DEL 2016  

       

    Mateo 2, 13-18: “Después de marchar los Magos, el Ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes buscará al niño para matarlo.» José se levantó; aquella misma noche tomó al niño y a su madre, y partió hacia Egipto, permaneciendo allí hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que había anunciado el Señor por boca del profeta: Llamé de Egipto a mi hijo. Herodes se enojó muchísimo cuando se dio cuenta que los Magos lo habían engañado, y fijándose en la fecha que ellos le habían dicho, ordenó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y sus alrededores. Así se cumplió lo que había anunciado el profeta Jeremías: En Ramá se oyeron gritos, grandes sollozos y lamentos: es Raquel que llora a sus hijos: éstos ya no están, y no quiere que la consuelen”.

 

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

 

En el tercer día de la octava de Navidad, la Iglesia celebra los Santos Inocentes. No sabemos sus nombres ni siquiera sabemos cuántos son. Sólo se sabe que esos son niños, menores de dos años, que Herodes mandó a matar en Belén y sus alrededores, con la esperanza de eliminar también Jesús.

Podemos verificar en el texto del Evangelio de Mateo, capítulo 2, versículos 13 al 18. También podemos rezar la oración inicial de la misa, que dice: «Oh Dios, hoy en día los Santos Inocentes proclaman tu gloria, no por palabras, sino por la propia muerte. Concédenos dar testimonio con nuestras vidas de lo que nuestros labios profesan”. No son nuestras hermosas y sabias palabras las que darán testimonio de Jesucristo. Nuestro testimonio es dado por una vida coherente y auténtica, transparente como los niños inocentes, sus vida fueron inmoladas para que la vida de Jesús fuese salvada.

El texto propuesto en la liturgia relata la huida a Egipto en dos momentos: El anuncio del ángel a José diciendo que Herodes buscará al niño para matarlo, por lo que debería huir llevar con María y el niño. El segundo momento describe cómo Herodes, al verse burlado por los magos, manda a matar a los niños. Al describir la masacre de los inocentes en Belén, Mateo, después de recordar el profeta que dice: «De Egipto llamé a mi hijo», cita al profeta Jeremías, que recuerda el dolor de Raquel: «Hubo un grito en Ramá, llanto y gran lamento: es Raquel que llora a sus hijos y no quiere ser consolada».

El texto de hoy y la celebración de los Santos Inocentes nos da la oportunidad de reflexionar sobre el número de niños, quizás más pequeños que los de Belén, condenados a una muerte prematura por falta de alimento y de las condiciones salud, víctimas de un sistema económico perverso y cruel. El mundo moderno observa el drama de innumerables la difícil niños que como resultado de las guerras, las migraciones e incluso por falta de recursos económicos están sometidos a la privación que equivale a una verdadera tortura y sufrimiento que son peores que el de la muerte física.

Pidamos al Señor Jesús, que desde pequeño experimentó la persecución y el sufrimiento, proteja a los niños de todo el mundo. Y Dios que es amor y misericordia, paciente y compasivo, nos de su bendición y su gracia para que también nosotros podamos revelarlo a nuestros hermanos en nuestros gestos de bondad y solidaridad. Amen.