EVANGELIO DEL DÍA MIÉRCOLES 28 DE NOVIEMBRE DEL 2018

                Lucas 21,12-19: “En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: a ustedes, los perseguirán, los entregarán a los tribunales judíos y los meterán en sus cárceles. Los harán comparecer ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre, y ésa será para ustedes la oportunidad de dar testimonio de mí. Tengan bien presente que no deberán preocuparse entonces por su defensa. Pues yo mismo les daré palabras y sabiduría, y ninguno de sus opositores podrá resistir ni contradecirles. Ustedes serán entregados por sus padres, hermanos, parientes y amigos, y algunos de ustedes serán ajusticiados. Serán odiados por todos a causa de mi nombre. Con todo, ni un cabello de su cabeza se perderá. Manténganse firmes y se salvarán”.

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

  La Iglesia Universal celebra hoy, la fiesta entre otros santo, en honor a Santa Catalina Labouré, quien fue una hija de la caridad y una vidente, que sostuvo transmitir el pedido de la Virgen María de crear la Medalla Milagrosa, que hoy en día llevan millones de católicos y aún no católicos. Nació el 2 de mayo de 1806  y murió en París, el 31 de diciembre de 1876. En 1947 el santo Padre Pío XII, la declaró santa

Y la liturgia de hoy nos presenta al Evangelio de JESUCRISTO, según San Lucas capítulo 19, versos del 11 al 28, en el que el JESÚS trata de animar a sus seguidores, frente a las acciones que vendrán sobre Él y sobre ellos por haber asumido una actitud crítica en contra de las autoridades judías que connivencia con los romanos, explotaban al pueblo y le quitaban su dignidad.

EL Maestro dirige estas palabras de aliento porque sabe que la misión de los cristianos de luchar en contra del mal y de quienes lo ejecutan, es sumamente riesgosa. Pero si se asume esta opción hay que resistir, porque no se trata de abandonarse pasivamente a la persecución que puede venir hasta de los más allegados. El consuelo está en que recibirán para defenderse un lenguaje y una sabiduría irrefutable y tendrán la garantía de Dios. De todos modos les tocará aguantar e ir contra corriente; justamente con tal actitud de constancia cada uno configurará su personalidad.

Antes del triunfo final los discípulos deberán de superar la prueba de la persecución, de la exclusión y de las injurias. JESÚS, se lo ha dicho repetidas veces: “No es el siervo más que su Señor; si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán”. Por eso las primeras comunidades cristianas, vivieron duramente esta experiencia, pero a vez pudieron experimentar con mucho gozo la asistencia del prometido Paráclito, tal como lo expresó San Pablo: “ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí”.

Es claro que no se puede pretender enfrentar las injusticias presente en el mundo, sin que al mismo tiempo ese mundo se vuelva en contra. El mérito del cristianismo en sus primeros tiempos de existencia es el de haber servido de levadura para transformar la situación de opresión de millones de personas marginadas. Pero tal como ahora sufrió la tentación de asimilarse a la cultura dominante y terminar siendo parte de lo que quería cambiar.

Un viejo refrán popular dice: “que hasta el hacha más afilada termina domesticada por el bosque que pretende cortar”, es decir que el filo inicial con el que comienza a cortar, a medida que pasa el tiempo no se puede conservar. Pasa igual con los cristianos que al inicio, quizás por la emoción de ese primer encuentro con JESÚS, le ponemos mucho empeño a cada una de nuestras actividades y entendemos perfectamente cuales son las cosas malas que nos separan de Dios, pero poco a poco nos vamos enfriando y terminamos haciendo las cosas tan igual o peor que antes.

Por eso es que una buena alternativa para cada uno de los que nos llamamos seguidores de JESÚS, es la de mantenernos en una constante oración y dejar que JESÚS nos dé nuevamente la prudencia y la elocuencia de Su Palabra, para volver una y otra vez a su Fuente Original. Y poder tener los argumentos y las acciones necesarias, para dar testimonio en mundo que se empeña en caminar de espalda a los designios de Dios.

Señor JESÚS, Tú te has entregado por nosotros y nos pides estar dispuestos y a dar testimonios de Ti, haciéndole frente a las injusticias, a las avaricias y a las exclusiones. Danos la fuerza necesaria para poder resistir, ya que no es fácil hacerlo solos. Amen.