EVANGELIO DEL DIA  MIERCOLES 4 NOVIEMBRE DE 2015

 

LUCAS 14, 25-33: “Caminaba con Jesús un gran gentío. Se volvió hacia ellos y les dijo: «Si alguno quiere venir a mí y no se desprende de su padre y madre, de su mujer e hijos, de sus hermanos y hermanas, e incluso de su propia persona, no puede ser discípulo mío.  El que no carga con su propia cruz para seguirme luego, no puede ser discípulo mío. Cuando uno de ustedes quiere construir una casa en el campo, ¿no comienza por sentarse y hacer las cuentas, para ver si tendrá para terminarla? Porque si pone los cimientos y después no puede acabar la obra, todos los que lo vean se burlarán de él  diciendo: ¡Ese hombre comenzó a edificar y no fue capaz de terminar!  Y cuando un rey parte a pelear contra otro rey, ¿no se sienta antes para pensarlo bien? ¿Podrá con sus diez mil hombres hacer frente al otro que viene contra él con veinte mil?  Y si no puede, envía mensajeros mientras el otro está aún lejos para llegar a un arreglo. Esto vale para ustedes: el que no renuncia a todo lo que tiene, no podrá ser discípulo mío”.

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo

La Iglesia celebra hoy al Obispo San Carlos Borromeo. Sobrino de Pio IV, a los 24 años ya era sacerdote y Obispo. Desempeñó importantes cargos en la Iglesia de Roma, colaborando mucho en la conclusión e implantación del Concilio de Trento. Poseía un espíritu de oración y conversación evangélica que a todos impresionaba.  Y para iluminar dicha fiesta la liturgia de la Palabra, y en continuación directa con el evangelio de ayer, nos habla de las condiciones que son exigidas a aquellos que quieren acompañar a Jesús como discípulos. Es lo que encontramos el evangelio en San Lucas, capítulo 14, versículos Del 25 al 33.

Jesús camina a Jerusalén y muchos quieren seguirlo… Jesús presenta las condiciones: discernimiento y desapego. El punto de partida es una actitud radical de desapego. Es preciso hacer una opción libre, una elección fundamental. Quién opta y se desapega hasta dar la vida, puede también, asumir los riesgos…

La vida de los discípulos no será fácil. Jesús no les esconde que ellos  enfrentarán: persecuciones y sufrimientos por causa del evangelio. Solamente quien renuncia a la seguridad de los bienes materiales y terrenos puede tener en Dios su única garantía y esperanza.

“El discípulo de Cristo no debe solo guardar la fe y vivir de ella, sino debe también testimoniarla con firmeza y difundirla. Todos deben estar dispuestos a confesar a Cristo delante de los hombres  y seguirlo en el camino de la cruz entre persecuciones que nunca faltan a la Iglesia” (cf.  CIC n. 1816). La cruz es compañera inseparable del discípulo.

La “Carta Circular a los Consagrados y Consagradas: ALEGRAOS”, citando al papa Francisco, dice: “Cuando caminamos, sin la Cruz, edificamos sin la Cruz o confesamos un Cristo sin Cruz, no somos discípulos del Señor: somos mundanos, somos obispos, padres, cardenales, mas no discípulos del Señor” (cf. Alegrai-vos.Documentos da Igreja, n. 31, pg. 26. Paulinas).

Solo puede ser verdaderamente discípulo del Señor aquel que no tuvo miedo de renunciar a todo, especialmente a si mismo!