EVANGELIO DEL DÍA MIERCOLES 6 DE JULIO DEL 2016   

             

  Mateo 10, 1-7: “En aquel tiempo al verse Jesús, Jesús llamó a sus doce discípulos y les dio poder sobre los malos espíritus para expulsarlos y para curar toda clase de enfermedades y dolencias. Estos son los nombres de los doce apóstoles: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan;  Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el recaudador de impuestos; Santiago, el hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el cananeo y Judas Iscariote, el que lo traicionaría. A estos Doce Jesús los envió a misionar, con las instrucciones siguientes: «No vayan a tierras de paganos, ni entren en pueblos de samaritanos.  Diríjanse más bien a las ovejas perdidas del pueblo de Israel.  A lo largo del camino proclamen: ¡El Reino de los Cielos está ahora cerca!”.

 

  Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

 

Jesús, motiva a los discípulos a pedirle a Dios que envíe obreros a recoger la cosecha, llama a doce de ellos, los cuales forman la comunidad de los apóstoles, y los  envía a la misión. Este relato lo encontramos en el evangelio de hoy, Mateo, capítulo 10, versículos del 1 al 7.

Jesús llamó a sus primeros discípulos “en la playa, a la orilla del mar”, en Cafarnaúm, de Galilea, donde se dan los primeros conflictos en la sinagoga. Ahora, Jesús sube a la “montaña” para consolidar el discipulado y constituir la comunidad de los doce, que serán llamados “apóstoles”: Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, Santiago y Juan, Felipe, Bartolomé, Tomás y Mateo, Santiago, hijo de Alfeo, Judas Tadeo, Simón el zelota, y Judas Iscariote, el que lo traicionó.

Esta elección de los “Doce” es citada en los tres evangelios sinópticos, Marcos, Mateo, y Lucas. El evangelio de Juan se diferencia de los sinópticos, porque no presenta una lista de los Doce, y nunca usa la palabra “apóstol”, caracterizando aquellos que fueron llamados por Jesús, simplemente como “discípulos”.

El centro de irradiación de la misión, ya no es el Templo de Jerusalén, sino en una montaña, Es desde Jesús, de donde se irradiará a todos los pueblos. El nuevo discipulado es escogido, no para cumplir la Ley grabada en piedras, sino para dar vida al pueblo, con amor en el corazón.

La plenitud del ministerio de Jesús fue en Galilea y en las ciudades vecinas, región predominantemente gentil. Jerusalén, capital de Judea, fue caracterizada por Jesús como “ciudad que mata a los profetas”. Los discípulos, como Jesús, van al encuentro de los pobres, en defensa de su dignidad y de sus derechos.

Los prisioneros y oprimidos por una sociedad opresora alcanzaran la libertad. Y aquellos que fueron relegados a la ceguera de la ignorancia verán. Todos nosotros estamos llamados a vivir la plenitud del amor, teniendo en cuenta que la mayor característica del amor es comunicar vida.  Sin embargo, la vida de los empobrecidos es sofocada por los poderosos que los explotan. Jesús nos envía a renovar el mundo, con la práctica de la justicia, buscando la liberación de todas las personas y de cualquier tipo de opresión, promoviendo la vida plena para todos, y haciendo realidad El Reino de los Cielos entre nosotros.

No olvidemos nunca que Jesús nos llama para servir a la vida, en el ejercicio y entrega del amor y de la misericordia, en la acogida a los más necesitados. Por eso pidamos a Dios, nuestro Padre, para que su Reino de amor y paz se haga realidad en medio de nosotros. Amen.