Lucas 14,25-33: “En aquel tiempo, caminaba con Jesús un gran gentío. Se volvió hacia ellos y les dijo: «Si alguno quiere venir a mí y no se desprende de su padre y madre, de su mujer e hijos, de sus hermanos y hermanas, e incluso de su propia persona, no puede ser discípulo mío. El que no carga con su propia cruz para seguirme luego, no puede ser discípulo mío. Cuando uno de ustedes quiere construir una casa en el campo, ¿no comienza por sentarse y hacer las cuentas, para ver si tendrá para terminarla? Porque si pone los cimientos y después no puede acabar la obra, todos los que lo vean se burlarán de él diciendo: ¡Ese hombre comenzó a edificar y no fue capaz de terminar! Y cuando un rey parte a pelear contra otro rey, ¿no se sienta antes para pensarlo bien? ¿Podrá con sus diez mil hombres hacer frente al otro que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, envía mensajeros mientras el otro está aún lejos para llegar a un arreglo. Esto vale para ustedes: el que no renuncia a todo lo que tiene, no podrá ser discípulo mío”.
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
La Iglesia Universal celebra hoy, la fiesta entre otros santos en honor a San Vicente Grossi. Fundador de las Hijas del Oratorio, un sacerdote entregado a sus fieles, que tuvo como eje vertebral de su vida la santa misa, y en el ideario de su labor apostólica dirigida a la infancia y juventud. Nació el 9 de marzo de 1845 en la localidad italiana de Pizzighettone, perteneciente a Cremona, región de Lombardía.
El 7 de noviembre de 1917 entregó su alma a Dios a causa de una peritonitis fulminante, diciendo: «El camino está abierto; hay que recorrerlo». Fue beatificado por Pablo VI el 1 de noviembre de 1975. El pontífice destacó en ese acto «la solidez de sus generosas virtudes, ocultas en el silencio, purificadas por el sacrificio y la mortificación, refinadas por la obediencia» afirmando que había dejado «un profundo surco en la Iglesia». El 18 de octubre de 2015 el papa Francisco lo canonizó.
Y la liturgia de hoy nos presenta al Evangelio de JESUCRISTO, según San Lucas capítulo 14, versos del 25 al 33, en el que JESÚS, advierte a todos sus seguidores, que no basta con recibir la invitación del seguimiento y aceptarla en alas de un fácil entusiasmo, sino que es preciso someterse a ciertas condiciones para ir detrás de Él, ya que hay que desprenderse de cualquier apego que pudiera obstaculizar la integridad del seguimiento.
Con dos comparaciones: la construcción de un edificio y el enfrentamiento de un ejército, JESÚS nos invita a reflexionar seriamente sobre una desición que no puede hacerse a la ligera. El lenguaje se expone de manera radical: hay que subordinar la adhesión al Maestro, los vínculos familiares y hasta personales más estrechos y asumir la hostilidad de la sociedad circunstante que ve con malos ojos esa alternativa. Sin descartar el seguimiento doloroso, llevando su propia cruz, tal como la sufrió nuestro Señor JESUCRISTO.
Sin lugar a dudas, que JESÚS piensa en los que, después de entusiasmarse por Él y dejar sus ambiciones para dedicarse a la obra del Evangelio, se volverían atrás, buscando una vida más «normal» y más segura, según las normas del hombre común. Y por eso es que a algunos, JESÚS les pide que se alejen de los suyos y de los problemas familiares, y a todos les muestra que nunca serán libres para responder a los llamados de Dios, si se niegan a considerar en forma totalmente nueva los lazos familiares, el uso de su tiempo y las horas que sacrifican a la convivencia con los de su ambiente.
¿Por qué esta comparación con el rey que va a la guerra? Porque el que se libera para la labor del Evangelio es, en realidad, un rey al que Dios tratará en forma regia (ver Mc 10,30). Pero también debe saber que la lucha es contra el «dueño de este mundo», el demonio, quien lo tratará de parar con mil pruebas y trampas inesperadas. De no haberse entregado totalmente, el discípulo llegaría con toda certeza a una quiebra, y sería mucho peor que no haber empezado. Por eso hoy es el día para preguntarme: ¿De qué manera he asumido mi seguimiento a JESÚS, radical, a medias, superficial? ¿Estas palabras de JESÚS, me ayudan a recobrar fuerzas para hacerle frente a la circunstancia que estoy viviendo o por el contrario me dan más miedo y quisiera volverme atrás?
Señor JESÚS, Tú nos invitas a seguirte y no escodes las dificultades que deben afrontar cada uno de Tus seguidores. Ayúdanos a tener siempre la mirada en Ti, para poder sortear las dificultades de cada día, renunciando a los apegos materiales y sentimentales y poniéndonos al servicio de todos los que necesiten de los dones que Tú nos has dado. Amen.