Lucas 17, 11-19: “En aquel tiempo, yendo Jesús de camino a Jerusalén, pasaba por los confines entre Samaría y Galilea, y al entrar en un pueblo, le salieron al encuentro diez leprosos. Se detuvieron a cierta distancia y gritaban: «Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros.» Jesús les dijo: «Vayan y preséntense a los sacerdotes.» Mientras iban quedaron sanos. Uno de ellos, al verse sano, volvió de inmediato alabando a Dios en alta voz, y se echó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole las gracias. Era un samaritano. Jesús entonces preguntó: «¿No han sido sanados los diez? ¿Dónde están los otros nueve? ¿Así que ninguno volvió a glorificar a Dios fuera de este extranjero?» [19] Y Jesús le dijo: «Levántate y vete; tu fe te ha salvado.»
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
El santoral del día nos presenta entre otros santos la fiesta en honor a San Alberto Magno, nació hacia el año 1206, en Lavingen, junto al río Danubio, en Alemania. Estudió en Padua y París. Gran Dominico, formidable profesor, brillante Obispo, y escritor de singulares méritos para el provecho de la cultura sagrada y profana. Murió en Colonia, en el año de 1280.
Y la liturgia de hoy nos presenta al Evangelio de Lucas, capítulo 17, versos del 11 al 19, en el que se relata el encuentro de Jesús con los diez leprosos. En el grupo van juntos unos judíos y un samaritano, su condición de enfermo los une, frente al azote del dolor profundo, todos se sienten inermes seres humanos. Pero he aquí que sucede lo impensable: la curación, es decir la vuelta al estado “normal”. Y se reabren las diferencias, aunque en otro plano, nueve no regresan para dar las gracias a Jesús, si lo hace un samaritano. Los nueve han quedado curados de aquella impureza que les hacía insociables, pero el samaritano además de curado, quedó “salvado”.
Al confrontar este texto con nuestras vidas, vemos que esta narración que es usada magistralmente por el Evangelista Lucas, para dibujar un triple movimiento de la vida de la comunidad: “ir, regresar y volver al camino”, puede también iluminar nuestro hoy, ya que ir de camino como Jesús, significa asumir los avatares de la vida, con todos los riesgos y consecuencia que acarrea, Regresar agradecidos es reconocer el obrar cotidiano de Dios en nuestras vidas, para sentirnos perdonados, curados e invitados a amar sin exclusiones. Volver al camino, requiere apuestas de fe, integración de nuestro pasado, la humanización de nuestro presente y la construcción de una vida saludable para las generaciones futuras.
Pidámosle a Dios que nos envíe al Espíritu Santo para que nos permita a cada uno de nosotros, mantenernos en camino, cure nuestras lepras, sane nuestra fe, podamos ser agradecidos en todo momento, de tal modo que rehaga desde lo más profundo todo nuestro ser. Amen.