Mateo 9, 14-15: “Entonces se le acercaron los discípulos de Juan y le preguntaron: «Nosotros y los fariseos ayunamos en muchas ocasiones, ¿por qué tus discípulos no ayunan?» [15] Jesús les contestó: « ¿Quieren ustedes que los compañeros del novio estén de duelo, mientras el novio está con ellos? Llegará el tiempo en que el novio les será quitado; entonces ayunarán”.
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo
La clave para comprender el Evangelio de hoy, está en la conclusión hecha por Jesús: “Días vendrán en los que, les arrebataran al novio. Entonces, sí que ayunaran”. Parece evidente que los discípulos de Juan hablan de las prácticas rituales de los ayunos judíos. Jesús, al contrario, habla del ayuno del corazón.
El ayuno al que Jesús se refiere, puede ser una práctica de mortificación, que busca la conversión del corazón, manchado por el pecado. Ese ayuno tiene un carácter penitencial. Pero, también puede ser un ayuno provocado por la ausencia o la separación de Jesús.
El ayuno, la penitencia y la oración carecen totalmente de valor y de sentido cuando no están motivados por la caridad y acompañados por las buenas obras de justicia. Así, el ayuno agradable a Dios consiste en liberarse del egoísmo y prestar ayuda al prójimo. La práctica de la caridad está en estricta relación con la vivencia del ayuno. La Cuaresma nos recuerda que podemos renunciar a algo nuestro para ayudar al hermano más necesitado. El ayuno hecho por amor a Dios y al prójimo es señal de conversión y solo así, tiene sentido y valor.
El ayuno es además expresión de tristeza por la separación de Cristo y la privación de su presencia física; lo mejor es tener el corazón libre de las vanidades que nos impiden estar disponibles a los llamados de Dios y también, a la participación en los sufrimientos de los hermanos, en los cuales está presente el sufrimiento de Cristo.
Reflexionando Isaías, el papa Francisco dice: “Este es el ayuno que me agrada: liberar a los presos injustamente; dar libertad a los oprimidos; repartir el pan con los hambrientos, dar abrigo a los desamparados, vestir al desnudo; no despreciar al hermano. […] Entonces tu luz brillará como aurora…” (El rosto da misericordia, n.17).
Pidamos a Dios que podamos tomar la cruz cada día y seguir a Cristo, quien es el camino más seguro de ayuno y de penitencia. Y que en este tiempo que estamos viviendo, un tiempo pleno de gracia: Año da Misericordia y Cuaresma, Dios nos ayude a aprovechar tanta gracia, y nos conceda convertirnos y caminar en la santidad, y que su bendición nos acompañe siempre. Amén.