EVANGELIO DEL DÍA VIERNES 17 DE FEBRERO DEL 2017     

              

     Marcos 8, 34-38: “En aquel tiempo, Jesús llamó a sus discípulos y a toda la gente y les dijo: «El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, tome su cruz y me siga. Pues el que quiera asegurar su vida la perderá, y el que sacrifique su vida (por mí y) por el Evangelio, la salvará.  ¿De qué le sirve a uno si ha ganado el mundo entero, pero se ha destruido a sí mismo? ¿Qué podría dar para rescatarse a sí mismo? Yo les aseguro: Si alguno se avergüenza de mí y de mis palabras en medio de esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del Hombre se avergonzará de él cuando venga con la Gloria de su Padre rodeado de sus santos ángeles.»

 

  Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

 

Después de recorrer la región norte de Cesárea de Filipo, Jesús y sus discípulos comienzan a regresar al sur, pues su destino final es Jerusalén, capital de Judea. Jesús continúa el trabajo de formar a discípulos, que siempre muestran dificultad en comprenderlo.

En el Evangelio de hoy, Marcos, capítulo 8, versículos 34-38, Jesús habla a la multitud y a los discípulos sobre la disposición que debe ser asumida por aquellos que quieren seguirlo. Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y me siga.  Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por el evangelio, la salvará. ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? »

Perder la vida por causa de Jesús es ser para el otro, es estar al servicio de los más necesitados y excluidos, como Jesús, despreciando los proyectos seductores y llenos de ilusiones y enriquecimiento ofrecido por los poderosos de este mundo. Es vivir el amor, característico del Reino de Dios. Con su Palabra, Jesús remueve las ilusiones de quienes pretenden salvar su vida mediante la sociedad actual del mercado mundial de consumo, que se revela cada vez más inhumano. Salvar su vida, según los criterios de esta sociedad sometida al poder de la ideología, es la adquisición de estatus, riqueza y poder.

Sin embargo, aquellos que quieren unirse a la suerte de Jesús renuncian al éxito y a la gloria de este mundo. Perder su vida es ser para el otro, no es una manera de convivir entre privilegiados, y si estar al servicio de los necesitados y excluidos. Estamos llamados a cambiar la gloria de este mundo por la gloria de la nueva humanidad de Jesús, el Hijo amado en comunión de vida con los hermanos, en el amor que dura para siempre.

Ser para los otros es vivir el amor en comunión con Jesús presente en nuestro prójimo, encontrando su propia vida insertada en la eternidad de Dios. Con confianza, entreguemos nuestra vida a Jesús, que guiará en todo momento nuestros pasos, conforme al amor del Padre.  Y abandonándonos en las manos de Dios y liberados de las seducciones y promesas de este mundo encontraremos la alegría y la paz verdadera. Amen.