EVANGELIO DEL DIA VIERNES 26 DE FEBRERO DEL 2016

Mateo 21, 33-46: “En aquel tiempo Jesús dijo a los sumos sacerdote, escuchen este otro ejemplo: Había un propietario que plantó una viña. La rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar y levantó una torre para vigilarla. Después la alquiló a unos labradores y se marchó a un país lejano. Cuando llegó el tiempo de la vendimia, el dueño mandó a sus sirvientes que fueran donde aquellos labradores y cobraran su parte de la cosecha. Pero los labradores tomaron a los enviados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon. El propietario volvió a enviar a otros servidores más numerosos que la primera vez, pero los trataron de la misma manera. Por último envió a su hijo, pensando: A mi hijo lo respetarán. Pero los trabajadores, al ver al hijo, se dijeron: Ese es el heredero. Lo matamos y así nos quedamos con su herencia. Lo tomaron, pues, lo echaron fuera de la viña y lo mataron. Ahora bien, cuando venga el dueño de la viña, ¿qué hará con esos labradores?» Le contestaron: «Hará morir sin compasión a esa gente tan mala, y arrendará la viña a otros labradores que le paguen a su debido tiempo.» Jesús agregó: «¿No han leído cierta Escritura? Dice así: La piedra que los constructores desecharon llegó a ser la piedra principal del edificio; ésa fue la obra del Señor y nos dejó maravillados. Ahora yo les digo a ustedes: Se les quitará el Reino de los Cielos, y será entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos.», Al oír estos ejemplos, los jefes de los sacerdotes y los fariseos comprendieron que Jesús se refería a ellos. Hubieran deseado arrestarlo, pero tuvieron miedo del pueblo que lo consideraba como un profeta”.

 

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo

En el Evangelio de hoy tomado del libro de Mateo, capítulo 21, versículos del 33 al 46, escuchamos una parábola: “Un propietario plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar y construyó una torre. Luego la arrendó a algunos agricultores y se marchó. Cuando llegó la cosecha, envió a sus siervos para recibir de los agricultores el fruto que le correspondía”. El agricultor envió sucesivamente siervos que tuvieron la misma suerte de los primeros: Algunos maltratados, heridos y a algunos hasta los mataron. Por fin mandó a su propio Hijo, pensando que lo respetarían. Sin embargo, lo mataron. ¿Qué hará el dueño de la viña? Los oyentes ciertamente se recuerdan de Isaías 5,1-: “La plantación de uvas del Señor Todopoderoso, […] son el pueblo de Israel y el pueblo de Judá. Dios esperaba que ellos obedeciesen su Ley, pero los vio cometiendo crímenes de muerte. Esperaba que hiciesen lo que es recto, pero solo oyó las víctimas pidiendo socorro.”

La identificación de la viña con la casa de Israel nos remite a la propia historia de la salvación, como Yahvé prepara y cuida con cariño de su pueblo, dándole Patriarcas, jueces, profetas, reyes y líderes para que los condujeran de la esclavitud hacia la Tierra Prometida. Y por fin envió a su propio Hijo.Jesús reconoce la parábola como su historia con el Padre, así los oyentes se reconocerán también así mismos. Los líderes religiosos no habían cumplido la tarea que Dios les confió. Rechazaron a los profetas así como ahora rechazan a Jesús y lo quieren matar.

En la segunda parte de la parábola Jesús muestra lo que el dueño de la viña va a hacer: Matará aquellos agricultores malos y arrendará la plantación a otros. La salvación inicialmente preparada para el pueblo de Israel ahora será dirigida y destinada a todos los pueblos. Corresponde a nosotros hoy retribuir a Dios los frutos recogidos.

El texto de hoy nos remite también a los graves problemas ecológicos que el mundo pasa: petróleo, polución de ríos, tierra, aire, recalentamiento. El mundo es la gran viña del Señor. Nos toca a cada uno de nosotros la responsabilidad de cuidar y defender el medio ambiente que es nuestra casa común.

Dios nos de su amor y su gracia, y que el Espíritu Santo nos haga firmes en nuestros propósitos y fieles en nuestras acciones, en la participación de nuestra comunidad. Que Él nos dé la gracia de la conversión y el don de la perseverancia en el bien colectivo. Y que en este tiempo de Cuaresma nos transforme y nos ayude a salvar nuestro Planeta Tierra de la destrucción total, a la que la hemos condenado. Amen