EVANGELIO DEL DÍA VIERNES 28 DE ABRIL DEL 2016

    Juan 15, 12-17: “En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos, y son ustedes mis amigos, si cumplen lo que les mando. Ya no les llamo servidores, porque un servidor no sabe lo que hace su patrón. Los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre. Ustedes no me eligieron a mí; he sido yo quien los eligió a ustedes y los preparé para que vayan y den fruto, y ese fruto permanezca. Así es como el Padre les concederá todo lo que le pidan en mi Nombre. Ámense los unos a los otros: esto es lo que les mando”.

 

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

 

Concluimos nuestras reflexiones de abril con un texto repleto de ternura y que nos llena de alegría: Durante su discurso de despedida Jesús entrega su testamento, el mandamiento del amor y declara que ya no somos siervos sino amigos.

Recordamos hoy a Santa Catalina de Siena que, junto a san Francisco de Asís, son los patronos de Italia. Siendo muy joven, entró en la Orden Tercera de Santo Domingo. Vivió una vida austera. Reunió alrededor de si una pequeña familia espiritual de amigos y laicos, las semillas de una verdadera reforma de la Iglesia. Primera mujer “doctora de la Iglesia”.

El texto de hoy, versículos del 12 al 17 del capítulo 15 de Juan, comienza y termina  con Jesús diciendo a los discípulos: “Este es mi mandamiento: Que os améis los unos a los otros”. Mandamiento que Jesús nos dio con su palabra y con su vida. Los versículos centrales se dividen en dos grupos: Amigos y elegidos. El primero vv. 13-15 muestra que los discípulos son amigos, si guardan sus mandamientos. En cuanto Jesús muestra que los considera sus amigos, no siervos, porque les confió todo lo que oyó del Padre.

El segundo grupo está centrado en el tema de la elección v. 16. La elección es iniciativa soberana de Jesús: “No fueron ustedes quienes me eligieron, fui yo quien los elegí a ustedes y los destiné para que den frutos, y su fruto permanezca para siempre”. Diversamente de los evangelios sinópticos se entienden el mandamiento de Jesús como ‘amor al prójimo’, esto es, a todos los hombres, Juan acentúa el amor recíproco entre los discípulos. Fundamentado en la participación del amor que une al Padre y al hijo, y que deberá transformarse en testimonio para que los otros crean en el Padre.

Siendo el “Amarse los unos a los otros” el único mandamiento de Jesús, por lo tanto es prioritario y no admite interpretaciones. El amor de los discípulos testimonia el amor misericordioso del Padre, que se manifestó en nuestras obras de caridad  expresadas en la misericordia para con los hermanos. Nuestra profesión de fe hace profesión de amor.

Dice el papa Francisco: “Misericordia es el acto supremo por el cual Dios viene a nosotros. Misericordia es la ley fundamental que mora en el corazón de cada persona cuando ve con ojos sinceros a los hermanos que encuentra en el camino de la vida. Misericordia es el camino que une a Dios y al hombre”

Ser amigo de Jesús es vivir plenamente y testimoniar un amor sincero y solidario para con los hermanos, especialmente los pobres. Pidamos entonces la fuerza del Espíritu Santo para que podamos asumir grandemente esta tarea, y construir en todas partes “la civilización del amor”. Amen.