Mateo 2, 13-15. 19-23: “Después de marchar los Magos, el Ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes buscará al niño para matarlo.» José se levantó; aquella misma noche tomó al niño y a su madre, y partió hacia Egipto, permaneciendo allí hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que había anunciado el Señor por boca del profeta: Llamé de Egipto a mi hijo. Después de la muerte de Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y regresa a la tierra de Israel, porque ya han muerto los que querían matar al niño.» José se levantó, tomó al niño y a su madre, y volvieron a la tierra de Israel. Pero al enterarse de que Arquelao gobernaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Conforme a un aviso que recibió en sueños, se dirigió a la provincia de Galilea y se fue a vivir a un pueblo llamado Nazaret. Así había de cumplirse lo que dijeron los profetas: Lo llamarán »Nazoreo».
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
Hoy celebramos la fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret, Jesús, María y José, modelo y ejemplo para todos los que quieren vivir el amor conyugal como un signo del amor de Dios, asumiendo y tomando en serio los compromisos del sacramento del matrimonio. Encontramos hoy el Evangelio de Mateo, capítulo 2, versículos 13-23.
El Papa Francisco dedicó a la familia una Asamblea especial el Sínodo de los Obispos en 2014, con el tema: Desafíos Pastorales de la familia en el contexto de la evangelización. Reanudado en el Sínodo de 2015 hablando de la vocación y misión de la familia en el mundo moderno. Y publicó la exhortación apostólica Amoris Laetitia en 2016.
Con el subtítulo «Sobre el amor en la familia», la exhortación es, sin duda, lo mejor que se ha escrito sobre la familia en los últimos años. Haciendo un análisis de la realidad que vive la familia, fundamentando en la Palabra de Dios y en los documentos de la Iglesia buscan pistas para vivencia del amor y la espiritualidad conyugal.
Dios ciertamente quiere que todas las familias sean sagradas. Pero todos sabemos que la experiencia en la familia no es tan simple. En primer lugar la familia no nace lista y perfecta. Se debe construir sobre la roca firme y sus principales pilares que son el amor, la fidelidad, la renuncia y el sacrificio. La familia entendida como «comunión» no puede ser una realidad cerrada y hermética, y si abierta y acogedora. Tiene que ser un sí a la vida constante que necesita ser cuidada y protegida en todas sus fases. El amor conyugal y familiar, es una semilla que debe ser cultivado para producir frutos buenos y perennes.
Destacamos dos ítems de la exhortación: 1) El amor se convierte fecundo: «El amor siempre da la vida. Por lo tanto, el amor conyugal no se agota en lo interno de la pareja […]. Los cónyuges, mientras se donan entre sí, se donan más allá de sí mismos en la realidad del hijo, reflejo viviente de su amor, signo permanente de la unidad conyugal (Amoris Laetitia, n. 165). Espiritualidad conyugal y familiar: «La espiritualidad del amor conyugal está hecho de miles de gestos reales y concretas. Dios tiene su propio espacio en esta variedad de dones y encuentros que hacen madurar la comunión. «(Amoris Laetitia, n. 315).
Es sobre la pequeña iglesia doméstica de la familia, que se construye la catedral del amor de Dios. Por eso en este día tan especial deseamos mucho amor y alegría a todas las parejas, y a las familias del mundo. Y que el brillo del amor de Dios sea reflejo en cada hombre y mujer que asume vivir fielmente el sacramento del matrimonio. Amen.