EVANGELIO DEL DÍA VIERNES 7 DE OCTUBRE DEL 2016

            

   Lucas 1, 26-38: “Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una joven virgen que estaba comprometida en matrimonio con un hombre llamado José, de la familia de David. La virgen se llamaba María. Llegó el ángel hasta ella y le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» María quedó muy conmovida al oír estas palabras, y se preguntaba qué significaría tal saludo. Pero el ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús. Será grande y justamente será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David; gobernará por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no terminará jamás.» María entonces dijo al ángel: « ¿Cómo puede ser eso, si yo soy virgen?» Contestó el ángel: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel está esperando un hijo en su vejez, y aunque no podía tener familia, se encuentra ya en el sexto mes del embarazo. Para Dios, nada es imposible.»  Dijo María: «Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como has dicho.» Después la dejó el ángel”.

 

  Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

 

La Iglesia nos trae hoy el recuerdo de un título muy popular de la Madre de Dios: «Nuestra Señora del Rosario.» Esta devoción mariana es quizás la más común de todos, por su facilidad y simplicidad casi mecánica. ¿Quién de nosotros no ha asistido a la invitación directa y sencilla: «Recemos un rosario?”.

El Evangelio de hoy nos lleva de nuevo la historia de la «Anunciación a María» de acuerdo con el Evangelio de Lucas 1, versos 26 al 38. Dios anuncia a María su decisión de hacerla Madre del Salvador y recibe la respuesta esperada: «Hágase en mí según tu voluntad.»

En su división didáctica, la recitación de las diez ‘Ave María’ que hace desfilar ante nosotros podemos contemplar los grandes misterios de nuestra salvación realizada en Jesucristo por el amor misericordioso del Padre y nace en nosotros la llamada a la conversión. Ofrecer una «corona de rosas» (de ahí el nombre de Rosario), desde la Edad Media, los cristianos honran las alegrías, el dolor y la gloria de María (misterios gozosos, dolorosos y gloriosos). A estos, el Papa Juan Pablo II en 2002, incremento los misterios luminosos.

El Rosario no debe ser una oración mecánica. Al rezar, el cristiano quiere unir su vida, con sus alegrías y sus penas, al SÍ de María, también convertirse en un participante de los grandes misterios de la salvación. Rosario quiere ser una oración viva y encarnada que acerca la vida de las personas al amor de Dios!

El Rosario, desde su inicio se asocia a Santa María de la Victoria en la Liberación de cristianos del poder de los turcos, la victoria de Lepanto en 1571. Hoy en día, el cristiano encuentra en el rosario la protección de María en sus momentos de debilidad y desaliento en la fe y en lucha por la victoria sobre el pecado y todo mal. El Catecismo hace hincapié en la importancia del Rosario, cuando dice que «la oración cristiana pretende meditar sobre los misterios de Cristo, como en la Lectio Divina o el ‘Rosario’ y que esta forma de» reflexión orante nos debe llevar al conocimiento del amor del Señor Jesús y la unión con Él «(cf. CCC n. 2708).

Que el amor de Dios nos ayude hoy a trabajar eficazmente en la construcción del Reino. Que el auxilio de María en el servicio, nos enseñan a ser generosos y estar atento a las necesidades de los hermanos. Y que nuestra devoción a María y el Rosario también nos pueda llevar con Jesús a la luz celestial, del Dios Trino y Uno. Amen.