Golpean y roban a curas en iglesia

 

Uno de los criminales tocó a la puerta y el estudiante Edward Quintana, que acompañaba al padre Matías Camuña Marchante y al sacerdote Ciro Wiffer en la casa sacerdotal de la Parroquia San Buenaventura, en El Roble, le abrió.

-¿Está el padre Matías?, preguntó apenas estuvo frente al joven y mientras esperaba que el párroco de la iglesia bajara a atenderlo, hizo señas a los compinches que lo acompañaban para que estuvieran atentos.

Nunca llamó la atención de los religiosos y por ello el padre Matías decidió atenderlo sin ningún contratiempo; bajó las escaleras y cuando se acercó a donde estaba el criminal, fue sorprendido por el paso brusco del grupo integrado por cuatro hombres y una mujer.

“Quédense quietos, colaboren con nosotros, no nos vean la cara y no hagan ruido”, eran la órdenes violentas del quinteto que rápidamente recorrió la casa para verificar cuántas personas había en ella.

En la cocina aguardaba el sacerdote Ciro, quien junto al estudiante, fue atado de manos con los cables de los televisores. Ambos quedaron sometidos en la sala del inmueble sacerdotal.

El padre Matías, por su parte, fue obligado a subir a la planta alta, donde está la habitación principal, en ella lo neutralizaron con trenzas de zapatos y cintas adhesivas. Además le cubrieron el rostro con sábanas blancas igual que a sus compañeros.

Golpeados

Ni el padre Matías, ni los otros dos religiosos consideraron nunca desafiar al grupo de maleantes; al contrario, obedecieron sus órdenes, pero igual así fueron golpeados.

“Me dieron unos coquitos en la cabeza y mantuvieron un lenguaje violento, pero sorpresivamente no nos causaron un daño mayor”, confesó el párroco de la San Buenaventura.

De los maleantes, solo uno estaba armado, el resto se ocupó de cargar con los electrodomésticos, el dinero y los teléfonos de las víctimas, de los cuales uno era corporativo de la Comisión por la Justicia y la Verdad a la que pertenece el padre Matías.

20 minutos

Eran las 7:30 de la noche del domingo aproximadamente, cuando comenzó el crimen, según recuerdan los religiosos.

Por un período de 20 minutos, estuvieron sometidos en el inmueble hasta que los ladrones se marcharon en un vehículo Chevrolet Optra, de un color claro, de acuerdo a lo que pudo apreciar uno de los agraviados.

Cuando se fueron, los tres hombres quedaron atados y encapuchados, pero tanto Ciro como Edward se ayudaron mutuamente y tras soltarse, subieron para liberar al padre Matías.

En la casa todo quedó en orden, pues los malhechores solo cargaron con pocos objetos, pero no causaron destrozos.

“Era para que hicieran más”, confiesa el padre, analizando que el crimen se perpetró de una forma particular.

Sin denuncia

El robo se mantuvo con plena discreción hasta que el día siguiente comenzaron a llegar los servidores de la iglesia San Buenaventura.

Uno de ellos sugirió al padre Matías que acudiera a las autoridades y por ello el lunes en la mañana él se dirigió a la sede del Cuerpo de Policía Municipal de Caroní, en su sede ubicada en Chirica.

Ahí habló con el jefe del Centro de Coordinación Policía, Jimmy Martínez, quien se comprometió con rondar las adyacencias de la parroquia para evitar nuevos hechos violentos.

No obstante el padre Matías consideró necesario dirigirse al alcalde del Municipio Caroní, José Ramón López para considerar la posibilidad de activar nuevamente las estaciones policiales de Patrulleros del Caroní en la urbanización Manoa y La Unidad de Desarrollo 102.

Lo mismo solicitó en la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) donde también informó lo acontecido, más no formuló una denuncia formal que permita dar inicio a las investigaciones pertinentes.

No es el primer robo

Al parecer este no es el único robo que se reporta en las instalaciones de la parroquia San Buenaventura; en otras ocasiones, grupos de criminales irrumpieron para cargar con objetos de valor.

Sin embargo esta es la primera vez que al padre Matías y a sus compañeros lo someten en su casa sacerdotal, los atan de manos, lo golpean y además le cubren el rostro.

Un caso particular pasó en la última misa del año 2014 cuando la noche del 31 de diciembre un hombre tomó violentamente el micrófono y aseguró que mataría al padre.

“Dijo que en el estacionamiento lo esperaban sus cómplices y que ellos tenían órdenes de matar al padre Matías y que para cumplirlo, les cancelaron cierta suma de dinero”, relató el cura.

Pero ese día no pasó nada, los asistentes a la misa obviamente se alarmaron, pero al cabo de unos minutos el maleante se marchó.

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